Desconocemos si el sociólogo Zygmunt Bauman era un winelover, pero seguro que habría aplaudido cómo se aplica en este rincón de Burgos el término “tiempos líquidos”, que acuñó para caracterizar la modernidad.
Como el pensador de origen polaco, los sumilleres Diego González y Laura Rodríguez se basaron en los conceptos de fluidez, cambio, flexibilidad y adaptación para dar forma a su pequeño e íntimo local en el centro de la ciudad castellana.
Abierto en diciembre de 2023 en lo que fue el mítico bar de copas Qué Risas, la pareja transformó aquel espacio nocturno y canalla en un saloncito donde burgaleses y visitantes se acercan a disfrutar del vino arropados por la cercanía y la profesionalidad sin rigideces de Diego y Laura.
Con una sólida formación y experiencia profesional –Diego es Advanced Sommelier, campeón de España de sumilleres en 2019 y del Ruinart Challenge en 2022 y Laura fue directora de sala y sumillería en el estrellado Ambivium y ganadora en la Copa Jerez España 2023– ambos entienden perfectamente los deseos y necesidades de los aficionados al vino.
Prescindieron de la barra del Qué Risas no solo para crear un ambiente más cercano con los clientes sino para desplegar una de las herramientas principales en un bar de vinos serio: una colección de copas finas para servir alguna de las más de 600 referencias locales y del resto del mundo que rotan con frecuencia en la “carta viva” de Tiempos Líquidos o que presentan en las formaciones o catas que organizan frecuentemente. Otro detalle que se agradece mucho es que Diego o Laura siempre dejan (gratis) una jarra de agua en la mesa, que rellenan cuando se acaba, para que nadie se deshidrate.
Lo bueno de Tiempos Líquidos es su afán de ser un espacio no solo para profesionales y aficionados. Aquí, Laura y Diego consiguen algo que no es fácil en wine bars de este nivel: conectar sin dogmatismos, pero con pasión y cercanía con bebedores ocasionales o no iniciados. Lo hacen explicando cada vino con calma y conocimiento y ofreciendo una muestra para que los clientes prueben y confirmen que es de su gusto.
Además del vino –más de una veintena por copas desde 3 €, así como por botella y también para llevar– en Tiempos Líquidos se cuida lo sólido. La oferta no es amplia pero sí seleccionada con productos de calidad como la ensaladilla, los raviolis de rabo de toro con setas o los callos que les prepara el restaurante La Roca de Miranda de Ebro. Además, hay aperitivos y cosas de picar como anchoas, gildas, jamón ibérico o un delicioso steak tartar que aliña Laura y que merece la pena pedir antes de elegir una tabla de quesos de diferentes procedencias y que va cambiando ocasionalmente. Para quien prefiera dejarse llevar, hay un par de fórmulas con cuatro vinos y cuatro bocados (40 €) o con seis de cada (60 €) e incluso tarjetas-regalo personificadas que parecen una solución inteligente para obsequiar en Navidades o cumpleaños.
Además de convertirse en un bar de vinos de referencia con una oferta amplia y diferente del abc de Burgos, la idea de Diego y Laura para Tiempos Líquidos es seguir formándose y reforzar su conocimiento. “Se trata de impartir pero también de aprender; nos gusta superarnos”, asegura Diego, a punto de comenzar sus estudios del WSET Diploma.
Su clientela incluye profesionales pero también visitantes de paso y gente de Burgos que no se asusta ante un tinto gallego o un blanco de Jura. “Sin Paco y Maribé y el trabajo que han hecho durante tantos años desde Almavinos y El Lagar, nuestro trabajo sería mucho más difícil,” confiesan ambos.
En una ciudad impregnada de tradición, Tiempos Líquidos altera las normas establecidas del bar de vinos clásico para convertirse en un pequeño refugio winelover con personalidad propia. Sin duda, nuestro salón favorito de Burgos. Y.O.A.