Una parte de los vinos españoles que se consumen en Estados Unidos no se envasan en botella de cristal. El formato bag-in-box va en aumento, pero hay otros recipientes de distintos tamaños que parecen estar ganando terreno y popularidad.
Allí las tiendas de vino ceden cada vez más espacio a las latas, donde Ah-So Rosé, elaborado por Artadi en Navarra, lidera la oferta española. Pero quizás lo más sorprendente es el éxito que los barriles de vino (kegs, en EE UU) están teniendo en los restaurantes. Uno de los principales defensores de los barriles es el importador Andre Tamers, propietario de De Maison Selections, que trabaja con un buen número de bodegas familiares en España y trae envases de 20 litros de varias zonas vinícolas.
“Tiene todo el sentido del mundo porque en Estados Unidos el vino está pasando a ser una bebida de consumo habitual”, asegura Tamers. “Es una categoría con mucho potencial y hasta tenemos gente vendiendo vino en growlers [jarras de cerveza tradicionales]”.
Tamers lleva 18 años experimentado con barriles. Comenzó con txakoli “y fue una gran éxito pero no sabíamos como llevar los barriles de vuelta a España”, recuerda. Los contenedores de plástico que utiliza ahora “se pueden vaciar, perforar, aplastar y depositar en el cubo de reciclaje”.
Durante los últimos seis años, De Maison ha estado ampliando su gama de barriles españoles, que ahora incluye dos blancos (Garciarévalo Finca Tresolmos Verdejo Lías y txakoli Artomaña Xarmant), un espumoso (Avinyó Petillant), dos sidras y tres vermuts. “Tenemos una oferta considerable de vinos en barril de un buen número de productores”, añade Tamers.
Convencer a los elaboradores españoles para que adoptaran envases diferentes al vidrio no ha sido siempre fácil, en parte por los temores de que se asocien con la imagen estereotipada de vino barato. Según Tamers, este problema no existe con los barriles. “Se puede ofrecer vino de alta calidad de grifo; eso es algo positivo tanto para España como para el productor”, argumenta Tamers. “No hace ningún mal a España; al contrario, ayuda a España”.
A Tamers le gusta el concepto de vinos en caja. “Es beneficioso para el medio ambiente y una excelente opción para el consumidor, aunque un problema que hemos visto es la rápida degradación, entre 30 y 60 días”. Sin embargo, para los consumidores estadounidenses, 30 días es un lapso de tiempo más que aceptable para envases de cartón de tres litros.
Durante años, ambas categorías —los vinos en bag-in-box y los vinos españoles— han sufrido problemas de imagen en EE UU por su coste y calidad. Ahora que parece que este rechazo se ha superado, los bag-in-box de tres litros están comenzando a abrirse camino.
Marcas como La Nevera y Borsao Viña Borgia son más visibles en las estanterías de las tiendas y en las cartas de los restaurantes. Los compradores también ven oportunidades en esta categoría: un conocido importador del Midwest se ha asociado con un productor español para comercializar vino tinto, blanco y rosado en bag-in-box.
Además de ser mejor para el medio ambiente, la longevidad de los vinos en bag-in-box hace que sean una buena opción para los consumidores que quieren disfrutar de una copa de manera ocasional sin tener que preocuparse de que el vino se deteriore. Por eso no sorprende que el año pasado el avezado productor Juan Gil expandiera su gama de bag-in-box Shania añadiendo sangría y cabernet sauvignon a sus monastrell, garnacha blanca y vinos rosados.
“Incorporamos el cabernet en enero porque la información que manejamos nos dice que son las variedades tradicionales las que están experimentando un crecimiento exponencial”, explica Guy Willenbacher, director regional en el Medio Oeste de Blue Ventures Wine Marketing, la importadora de Juan Gil. “Incluso podría superar en ventas a la monastrell este año”.
En Minnesota, la gama Shania ha pasado a manos de un distribuidor más grande, lo que ha llevado al importador “despechado” a improvisar y a unirse a otro productor español para incorporar a su gama vinos tintos, blancos y rosados bajo la marca Viña 425.
“Estos vinos son un éxito total”, asegura el director comercial WilCQ Bailey. “Los lanzamos a mediados de mayo y ya hemos vendido más de 1.000 cajas. Nuestras expectativas eran positivas pero las hemos superado con creces. Se está vendiendo muy bien en tiendas, lo que es de esperar, pero también en restaurantes, que los ofrecen como vinos de la casa”.
El proceso utilizado por Bailey para encontrar estos vinos demuestra las diferentes experiencias de las bodegas españolas en el mundo del bag-in-box. En el lado positivo, “es difícil no encontrar buen vino barato en España”, asegura Bailey. “De ahí que llegáramos a la conclusión de que España sería un lugar excelente para lanzar nuestro proyecto de bag-in-box”.
Por su parte, los vinos de Viña 425 no llevan el nombre del elaborador, explica Bailey, porque el bag-in-box sigue teniendo un cierto estigma entre los consumidores. En EEUU este segmento está dominado por Black Box y Beta Box, dos vinos del país muy competitivos en precio que fuerzan a otros productores a mantener sus precios a 20 dólares o menos, lo que equivale a cinco dólares los 75cl. “Todo el mundo parece estar más o menos cómodo en la barrera de los $19,99”, asegura Willenbacher.
En su opinion, hay interés en mantenerse en ese nivel de precio porque las ventas de bag-in-box han crecido un 20% anual hasta 2017, año en el que hubo un descenso generalizado en las ventas globales de vino. Ahora, un nuevo grupo demográfico puede contribuir a mejorar las ventas del bag-in-box.
“Hay un tipo de cliente fijo de este tipo de envase, que es una madre de familia que no quiere complicarse la vida”, asegura Willenbacher. “Pero, por primera vez en los 25 años que llevo en esto, también hay un nuevo tipo de público, que son los jóvenes que cumplen 21 años [la edad legal de consumo de alcohol en EEUU]”.
En su opinión, lo que hace diferente a estos millenials de otras generaciones anteriores es que rechazan beber lo que beben sus padres. “El bag-in-box ofrece un montón de cosas que atrae a este grupo: es fácil de llevar, es económico y es un envase menos nocivo para el medio ambiente. Nos apoyamos mucho en esto”, asegura Willenbacher.