Una de las bodegas nacidas durante el boom productivo de los años setenta, más concretamente en 1972, el nombre es un acrónimo de las tres provincias que integran la zona de producción de la denominación (La Rioja, Álava y Navarra). Su ubicación en un poco atractivo polígono industrial de Fuenmayor es, probablemente, la muestra más clara del momento y el objetivo con el que fue creada. Con una producción anual de tres millones y medio de botellas, la mayor parte centrada en un crianza de lo más correcto, Lan puede ser, sin embargo, toda una caja de sorpresas.
En 2012 pasó de manos de un grupo de inversores liderados por la firma de capital riesgo Mercapital al gigante portugués Sogrape, que buscaba utilizar su red de distribución internacional para impulsar las exportaciones de la firma riojana. La expansión emprendida en la época de Mercapital permitió a Lan hacerse con la bodega histórica de Rías Baixas Santiago Ruiz.
La tecnología es uno de los puntos fuertes de Lan. Su enorme sala diáfana de envejecimiento que cuenta con un sistema de apilado automatizado puede dejar con la boca abierta incluso a quienes abogan por una visión más romántica del vino. No hay duda de que facilita enormemente la elaboración de sus vinos de mayor producción: Lan Crianza (8 €) y Lan Reserva (13 €, 700.000 botellas). Este último, que funciona especialmente bien en las buenas añadas de Rioja, hace gala últimamente de buenas dosis de frescura. El Gran Reserva ronda las 100.000 botellas y se sitúa en un cómodo lugar intermedio dentro de su categoría (19 €).
Las 72 hectáreas que la bodega tiene en propiedad corresponden al pago de Viña Lanciano, una bella propiedad abrazada por un meandro del río Ebro donde se cultivan cepas de hasta 60 años. De aquí sale el Viña Lanciano Reserva (17 €), un tinto que despliega mayor complejidad y guiños clásicos que el reserva estándar. A partir de la mejor parcela de la finca, conocida como El Rincón, se elaboran Lan A Mano (32 €, poco más de 30.000 botellas), llamado antes Edición Limitada, de corte más moderno (se buscan maduraciones más extremas) y concentrado; y el top Culmen (45 €, unas 20.000 botellas), un vino que en su día fue lanzado a bombo y platillo con un precio realmente elevado que luego se ha ido reduciendo. Es una pena porque todo esto ha dañado una marca realmente interesante que sólo se elabora en añadas contadas y que suele ofrecer una evolución en botella bastante notable.
Desde mediados de los 2000 se elabora Lan D-12 (unas 60.000 botellas, alrededor de 12,5 €), un monovarietal de tempranillo cuyo nombre hace referencia al depósito número 12 donde habitualmente acababan los mejores vinos de la bodega y los más aromáticos. La procedencia de las uvas puede variar en función de la añada y el estilo es el de un crianza de corte moderno y mucho más seleccionado.
La bodega puede visitarse de lunes a viernes.
