El proyecto de los hermanos Eduardo y Víctor Hernáiz se ha reestructurado completamente en 2020 en lo que es un movimiento valiente de simplificación de su gama de vinos. Hay incluso un nuevo nombre para la sociedad, Hermanos Hernáiz, frente al antiguo de Finca La Emperatriz que hacia referencia únicamente a la extensa propiedad de 101 hectáreas situada en Baños de Rioja, en el extremo noroccidental de la denominación que la familia adquirió en 1996. Hoy se han añadido etiquetas procedentes de viñedos propios situados en otros puntos de la denominación.
La Emperatriz no obstante, sigue siendo el corazón de la actividad vinícola familiar y su bodega el único centro de elaboración para todos sus vinos. La finca debe el nombre a su antigua propietaria, Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y última emperatriz de Francia, aunque también hubo otros dueños ilustres como la casa de Alba.
En la actualidad se cultivan 80 hectáreas, entre viñas viejas y nuevas plantaciones realizadas por la familia, que se extienden a lo largo de una meseta situada a 570 metros de altitud, a unos 12 kilómetros de Haro y de la influencia del Ebro, lo que determina un clima más continental y extremo. Otra de las grandes particularidades es el carácter pedregoso del terreno. Son suelos muy pobres de arenas y gravas sin la roca madre calcárea de otros puntos de Rioja Alta y Alavesa y escasa retención. El viñedo está en proceso de certificación a ecológico.
La nueva gama sigue el modelo del château bordelés de un primer y un segundo vino en su doble vertiente de tintos y blancos. Bajo la marca Jardín de la Emperatriz, los segundos vinos son un blanco joven (60.000 botellas) y un Crianza mejorado porque incluye descartes de los primeros vinos y partidas de garnacha y maturana que enriquecen el ensamblaje (10 €, 160.000 botellas en la primera cosecha 2017 pero se aspira a alcanzar las 250.000).
Los primeros vinos se comercializan bajo la marca Finca La Emperatriz y el indicativo de Reserva y llevan añadida la leyenda Gran Vino. En el entorno de los 35-40 €, se estrenan con la cosecha 2016, pero desde la añada 2017 aspiran a ser calificados como viñedo singular. El tinto (algo más de 40.000 botellas) es un ensamblaje en cofermentación de 70% de tempranillo, 20% de garnacha y 5% de viura que se inspira en los ingredientes y las formas de elaborar de los riojas de los años cincuenta y sesenta. El blanco (16.756 botellas en la primera añada) se elabora con una selección de viura de las tres parcelas más viejas de la finca. La mitad fermenta en cemento y la otra mitad en barrica; luego todo el vino envejece 10 meses en barricas de 225 y 500 litros, un año en hormigón y otro más en botella antes de su salida al mercado. Recuperando la terminología del pasado, ambos son vinos de cuarto año.
La consecuencia más inmediata de esta reestructuración es la desaparición del Finca La Emperatriz Reserva y de todos los vinos parcelarios que sirvieron para alcanzar un buen conocimiento del viñedo: Terruño, Parcela Nº 1, la Garnacha y el Viura Cepas Viejas.
El porfolio actual de Hermanos Hernáiz se completa con Las Cenizas, el tinto que elaboran en Cenicero desde la cosecha 2015 y el tinto de entrada de gama El Pedal. Este último es un vino de segundo año que se elabora con uvas de casi todas las fincas de la familia (además de Finca La Emperatriz, la familia posee 30 hectáreas repartidas por Cenicero, Fuenmayor, Navarrete y Hornos de Moncalvillo). El concepto es el de un tinto de segundo año, con bastante peso de fruta y crianza en cemento y barricas usadas.