La mayoría de los comensales que llegan a Zezilionea lo hacen por recomendación o porque viven o trabajan en el entorno. No está en un lugar de paso, excepto para los montañeros y excursionistas que cogen el desvío en la N1 hacia Olaberria, un próspero pueblo en el Goierri (Gipuzkoa) con preciosas vistas de la sierra de Aralar y bonitas rutas para practicar senderismo o explorar la ruta del camino de Santiago que atraviesa el núcleo urbano.
La ubicación a desmano no desanimó a Ugutz e Izaro Rubio cuando hace 19 años decidieron abrir su bar-restaurante y hotel rural en el caserío conocido como Zezilionea en la plaza principal de Olaberria. Tienen muchos clientes extranjeros, sobre todo entre semana, gente que viene por trabajo a las grandes empresas metalúrgicas y de transporte implantadas en la zona y a los que les gusta probar sus platos de cocina vasca tradicional acompañada de alguno de los 300 vinos nacionales e internacionales que tienen en la carta.
Es una cocina con toques de sofisticación pero sin alardes innecesarios que desviarían la atención de lo importante, que son los ingredientes. Los hongos al horno, la especialidad de la casa, son un ejemplo, como también la deliciosa ensalada templada con bacalao, el foie micuit o las verduras salteadas con jamón, que son los tres entrantes del menú de fin de semana (35 €+IVA, bebidas aparte) y que se continúan con siete segundos —todos con raciones generosas— y un postre a elegir.
Además del menú de fin de semana, Zezilionea también ofrece menú del día y carta y tiene un curioso -y envidiable- acuerdo con la ikastola (escuela) local para servir, en el comedor de la bodega, el menú escolar a unos 20 chavales del pueblo.
Izaro se encarga de la sala con gran profesionalidad y su hermano Ugutz, gran aficionado al vino, es quien se encarga de la cocina y la bodega. En la carta no faltan los grandes nombres de Rioja —la clientela vasca es muy fiel a esta zona— ni buenos txakolis de las tres zonas de Euskadi —algo poco habitual en la mayoría de restaurantes vascos— pero Ugutz se atreve también con vinos naturales, biodinámicos o de poca intervención de regiones vinícolas como Jura, Loira, Mosela o Tenerife, consideradas exóticas para los gustos más tradicionales.
“Nuestra comida tampoco pide tintos potentes, así que resulta más fácil que la gente los entienda una vez que los prueban”, explica Ugutz, que organiza catas ocasionales en Zezilionea para clientes y amigos con el fin de aprender y pasar un buen rato. “Si veo gente en el restaurante a la que le interesa el vino, me emociono yo solo”, asegura Ugutz. Y.O.A.