¿Qué cabe esperar de un restaurante de Aragón? Probablemente, que ofrezca buenos productos locales y una carta de vinos que refleje los fantásticos vinos, sobre todo de garnacha, de algunas de las denominaciones de origen más infravaloradas de España: Calatayud, Cariñena, Campo de Borja y Somontano.
Palomeque cumple todas estas expectativas. Este restaurante tipo bistró destila encanto y cuenta con su propia terraza en una pequeña calle peatonal del centro de Zaragoza. Uno de sus propietarios, Jesús Miguel de Arlés, es fundador de la Asociación Aragonesa de Sumilleres, de modo que el interés por el vino se hace evidente desde el mismo momento en que el cliente cruza la puerta y se encuentra con un buen número de vinotecas bien provistas de botellas locales y extranjeras. La bebida está presente hasta en las paredes del baño, decoradas con etiquetas de cognac.
En lo que respecta a la comida, es difícil evitar las tentadoras especialidades de temporada. Nos gustaron mucho unas alcachofas ligeramente caramelizadas, un carpaccio de ternera con queso de cabra y el pescado del día, que era un gallo cocinado en su punto. La carta incluye también especialidades locales como el jamón de Teruel, quesos de la montaña de Huesca o el fabuloso ternasco de Aragón. Muchos de los platos están disponibles en medias raciones, de modo que los más indecisos siempre pueden pedir varios platos, ya sea para compartir o para tomar de forma individual.
Acompañamos la comida de una botella de Frontonio Microcósmico 2015, un ejemplo de la nueva generación de garnachas aragonesas que elabora el candidato a Master of Wine Fernando Mora bajo la etiqueta de VT Valdejalón. Rebosante de fruta roja y con una mineralidad que aporta complejidad, tiene un final fresco y largo que lo colocan por encima de los vinos sencillos con los que se asocia esta variedad (aunque tiene un paso de boca tan agradable que cuesta no terminar la botella).
Valdejalón no es la única región desconocida de Aragón que figura en la carta de vinos; junto a las tres grandes “C” —Calatayud, Cariñena y Campo de Borja—, hay vinos de la tierra de Ribera del Gállego-Cinco Villas, referencias de Pago de Aylés, el primer vino de pago reconocido en la comunidad autónoma de Aragón y ejemplos de vinos ecológicos que se venden sin denominación de origen. A 98 € en carta, los márgenes para Áquilon 2007, el vino más famoso de Aragón con no menos de 95 puntos Parker, nos parecieron excelentes teniendo en cuenta que el precio suele ser superior en tiendas de vinos. Si el potencial de la garnacha blanca también estaba bien reflejado en la carta con varias referencias de esta variedad, los paladares más tradicionales tienen a su disposición una buena selección de marcas clásicas de Cava, Rioja, Ribera del Duero o Priorat.
Además de la carta, El Palomeque cuenta con unas 15 referencias por copas que van cambiando; de éstas, las más demandadas se incluyen de forma permanente en la carta. Gracias al uso del Coravin, entre los vinos sugeridos por copas durante nuestra visita figuraba la selección de pagos de Abadía Retuerta a 14 € la copa, el mismo precio que se cobra en la propia bodega: el Pago Garduña Syrah 2014, el sabroso Pago Negralada Tempranillo 2014 con su cremoso paladar de fruta roja y café y Pago Valdebellón Cabernet Sauvignon 2014 con su intensa nariz de grosella, cedro, pimienta verde y cacao.
También nos gustó ver una selección de vinos de postre desde 0,90 € el chupito de PX, que acompañan muy bien los postres caseros para quien todavía tenga sitio para ellos. De regalo con la cuenta, se agradece mucho el detalle de las clásicas frutas de Aragón recubiertas de chocolate. A.H-N.