Es fácil imaginar cómo era La Cigaleña cuando abrió por primera vez sus puertas en el centro de Santander en 1949. Conserva ese aire rústico y castellano que debieron de imprimir Mariano y Moisesa a su local cuando se mudaron desde Cigales, en la provincia de Valladolid, y que ahora se ve magnificado por las cientos de botellas que adornan los techos y paredes de este restaurante-museo del vino de estilo vintage castizo.
La tercera generación de este negocio familiar, comandado por los hermanos Juan y Andrés Conde Laya, continúa con la cocina tradicional de sus orígenes con platos como las mollejas de lechazo encebolladas (19 €) o las croquetas según la receta de Moisesa (13 €). Hay una pequeña concesión a propuestas más vanguardistas como los raviolis de cigalas y crema anisada (16 €) o a la cocina de producto como las verduras (15 €) o el pulpo a la parrilla (19 €) pero que nadie espere presentaciones minimalistas ni porciones infantiles. Este es un lugar para comer y beber con fundamento. El servicio, en consonancia con el estilo del local, es profesional y amable, con camareros que no están allí de paso y tienen experiencia en su oficio, algo que se agradece.
La bodega es terreno de Andrés, sumiller y gran amante del vino. De las 1.500 referencias y 30.000 botellas que tiene en su restaurante, conserva en una carta especial "para gente interesada" unas 200 referencias de añadas antiguas, la mayoría de Rioja y alguna de Jerez, que abarcan desde los años veinte hasta los setenta. Otras ni las vende: cuando queda una última botella, la destina a adornar el local.
Su interés por el vino también le lleva a guardar botellas para seguir alimentando ese museo, aunque lamenta que el estilo de vinos actuales no tiene las hechuras de antes. "Salvo alguna excepción, tanto en España como fuera, se están haciendo vinos al límite, muy distintos a los que se elaboraban antes de los años cincuenta; ahora no están hechos para envejecer", asegura Andrés.
En la carta del día a día se nota una predilección especial por Borgoña, Jura y Champagne pero también hay una selección bastante personal de vinos españoles servidos de forma generosa en buenas copas. Predominan los vinos frescos de pequeños productores como Abel Mendoza, José Luis Mateo (Quinta da Muradella) o “Verdejos de Verdad” como alguno de Ismael Gozalo o Beatriz Herranz (Cucú) a precios que rondan los 20 € por botella, pero para disfrutar lo mejor es dejarse llevar por las sugerencias de Andrés. Y.O.A.