El 29 de junio es una fecha importante en el calendario de muchos riojanos. Anualmente se celebra la Batalla del Vino en Haro, pero para Nuria del Río, actual directora de la Fundación Vivanco, ese día de 2004 fue la puesta de largo de un gran proyecto en el que llevaba trabajando seis años: la inauguración del Museo Vivanco de la Cultura del Vino en Briones (La Rioja), que dotó de un hogar permanente a las 6.000 piezas coleccionadas por Pedro Vivanco y su familia durante 40 años.
Los primeros trabajos de Nuria para catalogar y profesionalizar la colección se desarrollaron en la casa familiar de los Vivanco, donde había una gran colección de libros sobre vino, una afición que Pedro Vivanco, fallecido en diciembre de 2016, comenzó durante sus estudios de enología en Requena. A su regreso a La Rioja, Pedro volvió a trabajar a la bodega familiar en Alberite pero no desaprovechaba las ocasiones para viajar por el mundo en busca de prensas, maquinaria antigua, libros, documentos y todo tipo de objetos relacionados con el vino. Con tanto material almacenado, el patriarca de los Vivanco, que pasó de tener dos hectáreas heredadas de su padre a más de 450, se planteó la necesidad de crear su propio museo.
“Él siempre decía: 'Tenemos que devolver al vino lo que el vino nos ha dado', cuenta Nuria. “Pedro era un hombre humilde y su idea inicial era hacer un museo pequeño abierto al público, pero la colección era tan grande que el proyecto creció hasta lo que es hoy”.
Aunque con menos eco mediático, ese 29 de junio también se inauguró el Centro de Documentación y la Editorial, que forman los pilares de la Fundación Vivanco. “Realmente el Centro de Documentación es el alma del proyecto, pero es lo menos conocido de Vivanco. Pedro siempre pensó que todo lo que aquí se custodia debía ser mostrado a todo el mundo que visitara el museo”, comenta Nuria, que es quien se encarga de mantener y difundir este enorme legado cultural junto a los hijos de Pedro —Santiago, presidente de la Fundación y Rafael, que gestiona la bodega— y la madre de ambos, Angélica Sáenz.
Lo que el visitante se encuentra al llegar al Centro de Documentación, en la primera planta del edificio que alberga el museo, es una discreta sala con mesas de estudio, un par de ordenadores y estanterías con libros y revistas de vino nacionales e internacionales. Nada hace imaginar que detrás de una de esas paredes descansan más de 9.000 monografías, 10.000 fotografías, 6.000 postales, nueve incunables y una compilación de filatelia y numismática que hacen de esta colección la más importante dedicada al vino a nivel mundial y de la que se hizo una exposición en el Museo Vivanco en 2017.
Hay fondos históricos en todos los idiomas, que recogen la relación entre la humanidad y el vino durante siglos. Allí se puede consultar desde un tratado veneciano de vino de 1496 hasta contratos de transporte de mercancías desde el siglo XVII hasta el siglo XX, pasando por manuscritos originales de Pablo Neruda o Louis Pasteur, fotografías de Henri Cartier-Bresson, la minuta de la cena de la primera botadura del Titanic, cómics y películas e incluso fondos sonoros tan dispares como ópera o canciones populares como La Copa de Vino de Peret.
Poco a poco van digitalizando el material y subiéndolo a la web de la fundación. Casi el 80% de las consultas llegan vía online, pero cualquiera, previa cita, puede visitar en persona el Centro de Documentación de Briones de forma gratuita. A pesar de estas facilidades y de la popularidad del museo, con más de 75.000 visitantes en 2017, el centro recibe apenas 50 personas al año, la mayoría investigadores.
“Realmente hay muy poca investigación sobre la historia del vino. Se tiende a estudiar hacia adelante, pero hay pocos profesionales de la gastronomía que hayan profundizado en este tema”, se lamenta Nuria, licenciada en Documentación y Doctora en Gestión Documental. “Ninguna universidad del mundo en la que se imparta viticultura cuenta con una asignatura sobre la historia del vino”, explica Nuria al tiempo que añade que fue Vivanco quien comenzó a hablar a los niños de vino. “Hemos hecho muchos talleres, cortos y actividades pedagógicas en las que les explicamos a través de diferentes disciplinas artísticas todo lo relacionado con el vino: las variedades, de dónde viene el vino o qué es el mosto. Si a los niños se les explica cultura de vino desde pequeños, sabrán distinguirlo de una copa de ginebra cuando sean mayores”.
Un paso enfocado a fomentar el estudio de la historia del vino es el acuerdo con la Universidad de La Rioja para crear el Aula Pedro Vivanco, un proyecto conjunto de formación, investigación y sensibilización de la cultura del vino que comenzará con la primera Jornada Nacional sobre Barrios Históricos de bodegas, el 3 y 4 de mayo.
Quizás parte del desconocimiento de este fondo documental tan importante se deba a que la Fundación Vivanco está fuera de las grandes urbes del país y a que no hace publicidad directa. “Nuestra apuesta es invertir en cultura, con el riesgo que eso supone, porque excepto en las excavaciones del yacimiento en nuestra finca en Tudelilla, no solicitamos ayudas públicas”, añade Nuria. “Preferimos darnos a conocer uniendo fuerzas con personas o entidades en todo tipo de ámbitos y que el beneficio sea mutuo”.
De esta búsqueda de alianzas surgió el Consejo de Patronos de la fundación, integrado por personalidades como Ferran Adrià, el doctor Valentín Fuster, la historiadora y académica Carmen Iglesias o la mezzosoprano Teresa Berganza. “Ellos nos aportan su especialización y su implicación con el proyecto”, explica la directora de la Fundación Vivanco, que también ha establecido convenios con el CSIC, la Biblioteca Nacional, los museos Reina Sofía y Lázaro Galdiano en Madrid, Radio 5 o el futuro Museo del Vino de Georgia, entre otros.
Además del Centro de Documentación, para el que la familia Vivanco sigue comprando fondos en ferias, libreros de prestigio y a través de sus contactos en el mundo del coleccionismo, la fundación cuenta con una pequeña editorial para publicar obras relacionadas con la historia del vino. La última en ver la luz ha sido la tesis doctoral del político socialista e historiador riojano César Luena sobre Antonio Larrea, presidente del Consejo Regulador de Rioja entre 1945 y 1971 y hombre clave en la modernización y prestigio de Rioja. Su archivo privado, con gran cantidad de material documental y fotográfico, cuidadosamente nutrido por Antonio Larrea hasta su muerte, forma parte, junto con otras miles de historias del vino, de los fondos de la Fundación Vivanco para la Cultura del Vino.