La séptima mujer de Estados Unidos en conseguir el título de Master of Wine en 2011, Christy Canterbury nació en Texas, pero vive en Nueva York, donde ha desarrollado su carrera en el mundo del vino, con frecuentes viajes a zonas vinícolas, especialmente a regiones francesas como Borgoña, Burdeos y Champagne. También conoce bien los vinos italianos, incluida la evolución del prosecco que tantos retos ha planteado al cava en la última década.
Su completa visión del mercado norteamericano tiene mucho que ver con su experiencia en la compra de vinos para comerciantes y grupos de restauración, así como en la consultoría y diseño de cartas de vinos. Destaca también como comunicadora, conferenciante y jurado en competiciones de vino, con numerosos artículos publicados en distintos medios, ahora mismo como parte del equipo de The New Wine Review, una nueva publicación online por suscripción que quiere convertirse en “el lugar más interesante de Internet para los amantes del vino”.
Le hemos pedido que comparta sus opiniones sobre el posicionamiento de los vinos españoles en Estados Unidos, el lugar que ocupan en las cartas de vinos y en la mente de los consumidores, o cómo se manejan frente a sus competidores franceses e italianos.
¿Cuál fue el primer estilo o categoría de vino español que te sorprendió de manera especial?
Aunque me gustaría responder Rioja, la primera región española que me enamoró fue Priorat. Sin duda, tiene que ver con el contexto, porque empecé a beber estos vinos con frecuencia a principios de los 2000. En aquella época, en la prensa especializada se hablaba mucho de la recuperación de esta región prácticamente abandonada. Además, mi primer flechazo con el vino tinto fue Châteauneuf-du-Pape y los vinos del sur del Ródano en general, de modo que me fascinaba la garnacha, la syrah y todo lo demás. Era fácil enamorarse de los vinos del Priorat.
¿Cuáles eran tus opciones favoritas de España durante el tiempo que trabajaste como consultora y directora de vinos en hostelería? ¿Han cambiado mucho a lo largo de los años?
Tintos de Rioja, cava y albariño. Todos son grandes clásicos, incluido el albariño, aunque éste sea más bien un clásico reciente. En general, los consumidores conocen los nombres y se sienten cómodos pidiéndolos sin ayuda del sumiller. Al ofrecer casi siempre una excelente relación calidad-precio, son una opción lógica. Personalmente me encanta la mencía por lo bien que acompaña la comida y la garnacha blanca por sus atractivos aromas, pero son vinos que necesitan argumentación para la venta. No los pondría en una carta sin contar con un sumiller o con camareros bien formados que los puedan explicar y ofrecer.
El panorama del vino en España ha cambiado considerablemente en las dos últimas décadas. Hemos visto el ascenso de regiones como Gredos, Bierzo, Galicia, las regiones del txakoli, Canarias… y de muchas variedades más allá de la tempranillo. ¿Hasta qué punto es relevante esta “nueva España” en EE.UU. y cómo se ve frente a regiones sólidamente establecidas como Ribera del Duero o Rioja?
De momento, estas “nuevas” regiones y estilos son el centro de atención de los grandes aficionados, la prensa especializada y la industria del vino. Lo más probable es que estén fuera del radar del 90% o más de consumidores de vino americanos. La razón, en parte, es que la gente no las conoce todavía, pero también que algunas de esas regiones o sus elaboradores producen volúmenes pequeños que acaban vendiéndose en restaurantes o tiendas especializadas. La mayoría simplemente no los ve.
¿Conoce el consumidor americano las principales variedades y regiones vinícolas españolas?
No conocen las variedades principales. Pueden conocer la tempranillo y, seguramente, la albariño. Pero esto ocurre también con Francia e Italia. Mucha gente que asiste a cenas y eventos de vino en los que hago pequeños concursos con preguntas, cree que el borgoña tinto se hace con cabernet sauvignon y el barolo con sangiovese. En Estados Unidos, los consumidores se fijan en el nombre de la uva, no en el lugar de origen. Justo lo contrario que en Francia y, hasta cierto punto, Italia. España hace un grandísimo trabajo con sus etiquetas. Las contraetiquetas vienen cargadas de información sobre las variedades, regiones, bodegas, maridajes. ¡Esto realmente marca la diferencia!
En cuanto a las regiones, se conocen Rioja y Cava. También el albariño, pero no de dónde viene. Apostaría que mucha gente conoce Sherry, pero no Jerez y que tampoco sabe cuál es el país de origen. Por desgracia, la familiaridad con este último tiene más que ver con su uso en la cocina.
En la mente del consumidor, ¿está España por detrás de Francia, Italia y quizás de algún otro país productor? En caso de ser así, ¿cuál sería la mejor forma de reducir distancias?
En lo que respecta a las importaciones sí, por el simple hecho de que llega mucho más vino francés e italiano a Estados Unidos. En cuanto a la calidad, lo que ocurre es que la mayor parte de la gente bebe menos vino español. Y esto tiene que ver otra vez con que hay menos cantidad. Pero no concibo que los fans del vino español piensen que la calidad sea inferior a la de Francia e Italia.
Debo decir que jamás he conocido a alguien que no le gustara el albariño o que no pensara que en general está siempre bueno. Con esta variedad se ha hecho un gran trabajo para mantener la calidad y la relación calidad-precio. Apenas tiene un recorrido de 10-15 años, pero hubo un tiempo en el que casi todos los restaurantes de Nueva York tenían un albariño en su carta de vinos por copas. ¡Y muchos lo siguen teniendo!
España tiene un gran potencial es este mercado teniendo en cuenta los estilos de vinos y sus precios generalmente muy razonables. Al consumidor estándar le gusta que haya mucha fruta y extracto, y no penaliza un cierta presencia del roble o un grado algo elevado. Por supuesto, hay estilos mucho más refinados.
¿Se puede hablar de una barrera de precio para vinos españoles de alta calidad?
Los consumidores americanos tienen fama de pagar por el vino. No ocurre como en Reino Unido o Alemania. Nos gustan las buenas ofertas, desde luego, pero si la calidad está ahí y el precio tiene sentido, no tenemos problema en pagar.
¿Comunican los productores y las zonas vinícolas sus señas distintivas con eficacia?
Hay un poco de todo. Rioja hace un gran trabajo con los vinos de volumen, pero no habla lo suficiente o no habla en absoluto de los Viñedos Singulares y de los vinos de pequeñas producciones. Cava lo hace bien, pero se apoya mucho en el precio. Creo que les ayudaría insistir más en el método tradicional. Una vez más, el albariño es una historia de éxito. Hay productores de distintas zonas del país que hacen un trabajo fantástico: Álvaro Palacios, Vega Sicilia, La Rioja Alta, López de Heredia, CVNE, Raventos-Codorníu, Torres y Juan Gil entre muchos otros.
Con tu conocimiento del mercado, ¿qué regiones, estilos o variedades crees que podrían tener un futuro más brillante en Estados Unidos?
Creo que todos los vinos buenos tienen potencial. El mercado está sediento y los aficionados de las grandes ciudades, especialmente en la costa este, suelen ser más audaces en sus elecciones. Los sumilleres y las tiendas especializadas están siempre buscado cosas nuevas y atractivas ¡y España tiene un montón de todo esto!
Estuviste unos días en España a principios de año. ¿Hay algo que llamara especialmente tu atención?
Sí, me enamoré de la pansa blanca. ¡Tengo que buscar más vinos de esta variedad aquí!