El gusto de los bebedores finlandeses ha cambiado más que su devoción por el alcohol. De hecho, puede decirse que han ido saltando de una bebida a otra a lo largo de las últimas décadas. En 1959, más del 70% de las bebidas alcohólicas que se consumían en el país eran destilados. Diez años después, la cerveza inició su ascenso a medida que aumentaba la disponibilidad de bebidas de baja graduación en establecimientos de ultramarinos. En 2016 puede decirse que el vino ha alcanzado su mayor nivel de popularidad hasta la fecha, pero a diferencia de Europa continental, la mayor parte se consume durante las noches del fin de semana y no acompañando las comidas. Aunque los finlandeses hayan cambiado de bebida, han mantenido intacta su cultura de consumo.
El vino es un fenómeno relativamente reciente en Finlandia. No hay que ir mucho más allá de 1985 para encontrar cuotas de mercado del 5%, muy alejadas de las economías occidentales y comparables a las que tienen hoy en día países como Ghana en África Occidental. Pero las cosas han cambiado desde entonces. Con 17 litros por habitante y año*, el consumo de vino per cápita de los finlandeses es prácticamente idéntico al de los españoles, pero queda algo por detrás del de sus vecinos daneses, suecos y noruegos.
Algunos de los expertos con los que hemos hablado para escribir este artículo mantienen que este aumento es consecuencia del turismo en países productores. Teniendo en cuenta que España es uno de los destinos más populares, no es extraño que muchos finlandeses adquieran un cierto gusto por nuestros vinos durante sus vacaciones.
Desde 1932 la compañía estatal Alko es el único detallista autorizado para vender bebidas de alta graduación alcohólica en el país. Durante más de 80 años la legislación finlandesa en materia de alcohol ha sido una de las más duras y estrictas del mundo occidental, pero hay cambios a la vuelta de la esquina. Este año el gobierno de centro-derecha ha llegado a un acuerdo para relajar la normativa de venta y publicidad del alcohol. La ampliación del horario de apertura de los establecimientos de la cadena Alko, la autorización de que las tiendas de barrio puedan vender bebidas con graduaciones hasta 5,5% vol. frente al límite actual de 4,7% vol. y otras medidas desreguladoras ayudarán a acercar a Finlandia a los estándares europeos.
La tendencia es común en toda Escandinavia. Noruega, por ejemplo, acaba de permitir a sus agricultores la producción y venta de bebidas alcohólicas con grados superiores a 4,7% vol.
Desde un punto de vista más lúdico, mucho chefs y sumilleres del país han empezado a descubrir armonías tan interesantes como albariño con marisco del mar Báltico o amontillado con consomé de champiñones locales. Tras cuatro años al frente del restaurante escandinavo Routa en Barcelona, Matti Romppanene es uno de los principales abanderados de los vinos españoles desde el Soil Wine Room de Helsinki.
”Me encanta maridar crianzas de Rioja con productos tradicionales nuestros como el reno y el alce, especialmente si el vino tiene ese toque avainillado del roble americano”, señala. Matti habla de un interés creciente por el vino español, especialmente tinto, entre sus clientes y amigos. Sin embargo, encuentra que la selección en blancos españoles de Alko es tan pobre que muchos consumidores ¡ni siquiera creen que se produzcan blancos más al sur Francia!
Dentro de este mercado incipiente, los siguientes establecimientos se distinguen por su cuidado ambiente, la calidad de su cocina y, sobre todo, por su amplia selección de vinos españoles.
El bar de vinos del aeropuerto de Helsinki es un el lugar favorito de los sumilleres más viajeros y de los aficionados en general por su selección de vinos de añadas maduras por copas. Semanalmente ofrecen etiquetas de la guía 1,000 Finest Wines Ever Made, un concepto que les ha valido este año el premio al mejor bar de vinos de aeropuerto en los galardones que otorga la FAB (Airport Food and Beverage). Acompañamos unas deliciosas huevas de esturión finlandés con un albariño Deusa Nai (58 €) de Marqués de Cáceres –el vino lleva el nombre de una deidad del folclore gallego que representa la fertilidad de la tierra.
Helsinki Airport, Gate 26. Tel.: +358 207 629 732
Uno de los platos imprescindibles de este lugar es la “cata de queso manchego” que por solo 12 € permite darse el gustazo de probar el famoso queso del centro de España en versiones de 6, 12 y 18 meses de curación. Matti Romppanen recomienda acompañarlo con el cava Joan Sardá Reserva (40 €).
Fredrikinkatu 37, Helsinki. Tel.: + 358 50 463 03 66
Los Cojones
Este pequeño y simpático bar cuyo nombre pasa desapercibido entre el 99% de los finlandeses está situado a apenas cinco minutos de la estación de metro de Kappi y no tiene ni página web ni carta de vinos, pero siempre está lleno de gente, en especial los sábados por la noche. Lo único que hace falta es pedir un plato de jamón y una jarra de vino tinto. Es habitual que los clientes se animen mucho con el vino.
Annankatu 15, Helsinki . Tel.: +358 45 323 05 04
Bodega Salud
Situado en la parte este de Tampere, la segunda ciudad más poblada del país después de Helsinki, este restaurante de carne es famoso por su ambiente flamenco y por su paella ”casi tan buena como la de España”. Los clientes entran en calor con una copa de vino tinto de la casa o sangría caliente, pero lo cierto es que la carta de vinos podría mejorar bastante.
Tuomiokirkonkatu 19, Tampere. Tel.: +358 03 23 34 400
Deambular por las tiendas Alko siempre es interesante para un extranjero porque se encuentran un montón de vinos creados ex-profeso para los mercados nórdicos. Uno de ellos es el bag-in-box Stugan Ekologisk Tempranillo (34,9 € por 3 litros ) que viene con la forma de ¡una pequeña cabaña roja! Hay cosas mejores como el albariño Adegas Gran Vinum (19,9 € la botella de 75 cl.) del valle de Salnés, la subzona más conocida de Rías Baixas. Recomendamos sobre todo visitar la tienda situada en Salomonkatu, 1 en Helsinki ya que ofrece la mayor selección de vinos del país.
444 establecimientos en Finlandia. Tel.: +358 20 692 771
*Consumo estimado per cápita a partir de 15 años (WHO, 2000)