El ritmo frenético de catas y presentaciones que tenemos últimamente en Madrid casi no nos deja tiempo para contar en detalle todo lo que hacemos y probamos. Pero estos tres eventos a los que hemos asistido en los últimos días se merecen algo más que un rápido tuit.
La cata organizada por la Asociación de Bodegas Familiares de Rioja hace unos días en Madrid reunió a 31 de sus 48 asociados y fue una buena prueba para ver cómo se están aplicando las nuevas menciones aprobadas en Rioja (aunque los viñedos singulares y los espumosos se harán esperar unos meses, ya hay productores que exhiben las nuevas contraetiquetas de vinos de zona y municipio), comprobar el posicionamiento de las variedades blancas aprobadas en 2007 y conocer propuestas que llegarán próximamente al mercado.
Uno de los grandes atractivos fue la presencia de productores de toda la región, desde Cuzcurrita de Río Tirón en su extremo noroccidental hasta Alfaro, a 130 kilómetros hacia el este. El mapa que utilizaron (ver arriba), inspirado en el propuesto por los expertos de Lo Mejor del Vino de Rioja Alberto Gil y Agustín Remesal, supera la excesiva simplificación de un territorio tan extenso en las tres zonas clásicas de Rioja Alta, Rioja Alavesa (en este caso las fronteras son más políticas que geográficas) y Rioja Oriental (antes Rioja Baja).
Esto se tradujo en una gran diversidad de estilos, desde elaboraciones muy apoyadas en crianzas tradicionales (Heras Cordón, por ejemplo) a vinos más directos y con peso de fruta o que buscan mostrar terruños concretos de la denominación (Castillo de Sajazarra en Rioja Occidental, Cupani en San Vicente, Juan Carlos Sancha en el Najerilla, Ortega Ezquerro en Tudelilla o Arizcuren en Yerga). Por suerte, parece que los excesos de madera y maduración están en retroceso.
Vimos ya contraetiquetas de vinos de zona y propuestas de “viñedo singular”. Finca La Emperatriz, por ejemplo, reorganizará su gama y dejará de producir monovarietales y vinos parcelarios para mostrar la personalidad de la finca de Baños de Rioja en un único tinto desde la cosecha 2016. En la zona del Najerilla, Martínez Alesanco prepara un viñedo singular de garnacha acompañado de una etiqueta muy informativa (ver imagen superior), lo mismo que Juan Carlos Sancha con su futuro Cerro La Isa, que será su garnacha más madura y concentrada.
Algunos de los mejores vinos que probamos están elaborados con esta variedad, aunque en algunos casos las producciones no llegan ni a las 1.000 botellas. Destacamos la garnacha cítrica y refrescante que firma el joven viticultor Miguel Eguíluz bajo la marca Cupani a partir de un viñedo de 1917 pegado a Labastida; la fragante y herbácea Peña el Gato de Sancha en el valle del Najerilla; y las de las zonas altas de Rioja Baja: en Tudelilla Ortega Ezquerro presentaba su primer y original monovarietal, cargadísimo de tomillos, romeros y notas de infusión; y en Yerga Javier Arizcuren daba a catar Barranco del Prado 2018 que aún tardará en salir al mercado. Elaborado con una viña prefiloxérica situada a 800 metros de altitud, es un compendio de mineralidad, delicadeza, frescor, carácter fragante y finura.
También comprobamos cómo las blancas foráneas van ganando terreno en Rioja. La sauvignon blanc, aunque usada en pequeños porcentajes, marca bastante los vinos (como en el Tobelos 2018), surgen ensamblajes hasta hace poco insólitos (45% chardonnay, 35% sauvignon blanc y resto de viura en Alma de Tobía) y llegan monovarietales como el chardonnay con madera de Lecea que choca con la filosofía de esta casa de elaborar en los viejos lagares y cuevas del barrio de bodegas de San Asensio (es bastante más gratificante ver “vino de cueva” escrito en la etiqueta de su reserva). Mucho más interesantes y consistentes nos parecieron los blancos de maturana de Viña Ijalba y Sancha.
Preguntamos a casi todos los productores si se sumarían a la categoría de vino de municipio. Mientras algunos ya lo han solicitado (Ortega Ezquerro para el blanco, el maceración y su nueva garnacha), otros lo están valorando y muchos ni se lo plantean, ya sea porque su filosofía se basa en la mezcla de uvas de distintos municipios, o porque la ubicación de su bodega se lo impide. Le pasa a Finca La Emperatriz con Las Cenizas, su vino de Fuenmayor, a Ramírez de la Piscina con bodega en San Vicente, pero con su mejor viñedo en Ábalos, o al arquitecto Javier Arizcuren, que elabora en una bodega urbana en el centro de Logroño.
La semana pasada se presentó en Madrid el nuevo Viña Arana Gran Reserva que desde la cosecha 2012 sustituye al Reserva del mismo nombre. Con tres años en barrica y tres en botella, este vino que en el pasado se comercializaba como “sexto año”, ya cumplía los requisitos de la categoría, pero ahora, según contó el presidente Guillermo Aranzáabal, la bodega ha querido revitalizar la marca y redefinir el estilo.
El objetivo es acercar el gran reserva a un público joven poco familiarizado con la categoría de las largas crianzas. Un rejuvenecimiento en toda regla, pero sin perder de vista que debe ser un vino capaz de desarrollarse en botella.
“Todas las personas del equipo de bodega tenemos algún Viña Arana viejo en la cabeza que ha evolucionado particularmente bien”, explicó el enólogo Julio Sáez. “Además, había años que, en cata a ciegas, incluso nos costaba separarlo del 904”.
Para probar el buen desarrollo de algunas de estas añadas, la presentación se acompañó de una interesante vertical de las cosechas 1987 (liviana, sutil con acidez vibrante y mantenida), 1991 (especiada, con más estructura, pero menos finura), 1996 (el compendio de las dos anteriores, aún con destellos de fruta, jugosa y con la elegancia que todo el mundo quiere en un rioja), 2001 (estructurada, con buena acidez, madera algo dominante, pero recorrido por delante) y 2005 (la más completa de todas, con mucha vitalidad y gran potencial de futuro).
El nuevo Viña Arana Gran Reserva 2012 va acompañado de una reducción en la producción (de 150.000 a 80.000 botellas) y un aumento de precio (de 16 a 25 €). En volumen estará por debajo del Gran Reserva 904 (38 €) del que se elaboran unas muy meritorias 150.000 botellas, pero superará al exclusivo Gran Reserva 890 (25.000 botellas numeradas a 105 € cada una).
Guillermo Aranzabal reveló que desde la cosecha 2014 se aplican “los mismos criterios ‘Gran Reserva’ para el 904 y el Viña Arana en la selección de parcelas, fermentación y elaboración”, pero remarcó que los vinos siguen caminos diferentes “en la crianza y el coupage de variedades”. Aunque en Viña Arana se ha sustituido la mazuelo por la graciano que se utiliza en el 904, el porcentaje es menor (un 5% frente a un 10% en el 904). Para Julio Sáez es una variedad que “favorece mejor los largos envejecimientos y resulta más elegante”. En lo que respecta al envejecimiento, el 904 pasa un año más en barrica y otro más en botella.
El nuevo Viña Arana es un tinto de buena intensidad, bastante más frutal e inmediato que el 904, con aporte cremoso de la madera (toques lácticos) y menor complejidad. La distancia entre ambos se verá reforzada en el futuro inmediato dado que, según adelantó Aranzabal, “en los próximos cuatro o cinco años no van a coincidir en el mercado cosechas de 904 y Viña Arana”.
El presidente de La Rioja Alta también anunció su anhelo a 10 años vista de elaborar solo en añadas excelentes o muy buenas. Este requisito, que cumplen ya los tres grandes reservas, se alcanzará pronto con Viña Ardanza, pero tardará más para Viña Alberdi y el vino del Club de Cosecheros.
Esto quiere decir que La Rioja Alta se puede convertir en un proveedor de uva de cierto peso. “Nuestra superficie total en La Rioja Alta SA es de 453 hectáreas y estamos plantando unas 40 hectáreas al año, por lo que la venta de uvas o vino que no cumplan nuestros requisitos cualitativos aumentará sin duda en los próximos años”, explicó Aranzabal.
La cata que organizó el importador Cuvée 3000 para celebrar los 200 años de la maison Billecart-Salmon fue de las más originales a las que hemos asistido últimamente. Antoine Roland Billecart, séptima generación, estuvo acompañado por seis productores de espumosos españoles que presentaron cada uno de los champagnes junto a las piezas musicales elegidas por Jean Roland Billecart, sexta generación.
Aunque el distribuidor Joan Valencia negara que fuera un efecto buscado, todas las firmas españolas representadas en el escenario, Artadi (por su nuevo espumoso de hondarrabi zuri de Zarautz), Raventós i Blanc y los integrantes de Corpinnat Llopart, Torelló, Recaredo, y Gramona, trabajan en la actualidad fuera de DO. El propio Antoine definió a sus compañeros de mesa como “gente valiente que ha apostado por la singularidad del territorio en un mundo en el que la identidad y particularidad de una región es muy importante”.
Quizás la conexión más potente de la bodega francesa en España es con Raventós i Blanc. Su actual cabeza visible, Pepe Raventós, relató cómo tras varios intentos infructuosos de elaborar un cava rosado con pinot noir, Antoine, a quien conoció en una cata en 2005, le sugirió probar su estilo de apoyarse en una vinificación en blanco con una pequeña adición de vino tinto, lo que constituyó toda una revolución en su momento en Champagne. Así nació De Nit, un espumoso que también marcó tendencia en España.
Carlos López de Lacalle de Artadi presentó el elegante y muy equilibrado Blanc de Blancs Grand Cru, que definió como “el vino que mejor representa a la familia, la bodega y el savoir-faire de ensamblar distintas expresiones”. A Pere Llopart, de Llopart, le tocó el Brut Réserve que mezcla las tres uvas clásicas de Champagne y utiliza casi un 50% de vino de reserva y del que destacó “su amplia paleta de texturas”. Paco de la Rosa de Torelló destacó el equilibrio entre frescura y sutileza del Sous Bois, el champagne trabajado en madera en el que la maison intenta ante todo mantener el estilo Billecart.
Ton Mata, de Recaredo, tras reconocer que Billecart era un champagne de referencia en su familia y dar fe de visitas mutuas entre ambos productores, presentó el fascinante Vintage 2007 y definió perfectamente el contraste entre delicadeza y fuerza. “¿A quién le importan las burbujas? Casi no las necesita. Es un gran vino blanco de Champagne”. Por último, Xavier Gramona, vistió de recuerdos y sensaciones personales la presentación de la Cuvée Nicolas 2002, el ensamblaje de pinot noir y chardonnay que para Antoine mejor representa el origen del primer vino elaborado por su familia hace 200 años. Con notas de flor marchita y hierbas secas junto a notas cremosas y de frutos secos, el paladar era poderoso y enérgico sin perder un ápice de armonía.
Los productores españoles derrocharon anecdotario y una sorprendente vena poética que Cuvée 3000 ha recogido en un pequeño librito a modo de recordatorio del evento. Tras la cata, también pudimos probar algunos espumosos locales y ver las nuevas presentaciones con la mención de Corpinnat sustituyendo a la de Cava. Y dos novedades dignas de destacar.
El espumoso de hondarrabi zuri Izar-Leku que elabora Artadi en Zarautz (Gipuzkoa) es la respuesta de Juan Carlos López de Lacalle y su hijo Carlos a las acideces salvajes de la zona de Getaria. El vino, con un marcado carácter entre salino y yodado y notas más herbales que frutales, procede de un viñedo arrendado de 3,5 hectáreas y conducido en emparrado tradicional con fantásticas vistas sobre el mar (el nombre quiere decir lugar de estrellas). Estuvo 12 meses en depósitos de acero inoxidable y un 30% de barrica antes de realizar la segunda fermentación en botella y permanecer 18 meses con sus lías.
Pepe Raventós, por su parte, llevó algunos mágnums de su nuevo Mas del Serral 2007, su espumoso más ambicioso procedente de su viña más radical, el Clos de Serral, un puro norte rodeado de bosque donde las uvas maduran hasta dos semanas más tarde y que se cultiva en biodinámica y ara con caballo. Se plantó en los años cincuenta con xarel.lo y algo de bastard negre (graciano). Es pura tensión, un espumoso muy entero con notas de hierbas, salino, radical en su estilo y sin concesiones, aunque la acidez está perfectamente ensamblada. Con más de 100 meses de crianza, se siente aún muy joven. Un vino que explora nuevos caminos.