A veces, una fotografía y una sola palabra son suficientes para definir una filosofía de trabajo y eso es exactamente lo que consiguió Jonatan García Lima con uno de sus recientes posts en Facebook.
Bajo la palabra “Contrastes”, se ve en primer plano (foto 1) un suelo verde y lleno de vida con unas viñas viejas recién podadas. Es La Solana, una de las parcelas plantadas en cordón trenzado que Suertes del Marqués posee en La Orotava, bajo la cumbre del Teide en la isla de Tenerife. Al fondo, el aspecto de las cepas de la parcela contigua —fuera de las 11 hectáreas que Jonatan y su familia poseen en este valle— no podía ser más diferente, con suelos yermos y tonos apagados por la acción letal de los herbicidas químicos. Tecnicolor frente al blanco y negro.
Algunos viticultores han optado por la versión más cómoda (e insostenible a largo plazo) de mantener sus cultivos, pero Jonatan tiene claro que la suya es apostar por una viticultura respetuosa con el patrimonio vinícola tradicional de Tenerife y sus variedades autóctonas.
El cordón trenzado de La Orotava es uno de los sistemas de conducción más singulares y llamativos que existen. Antiguamente se compaginaba su cultivo con el de las papas pero esa práctica dejó de existir cuando el vino pasó de ser alimento a bebida de placer. Lo que sí requiere es mimo y mucho trabajo manual.
En Suertes del Marqués cuentan con varias parcelas con viñas en pie franco de más de 100 años de edad y hasta cinco brazos ya que la filoxera nunca llegó a Canarias. Toda la finca se trabaja con cubierta vegetal, sin herbicidas y no se ara en profundidad para evitar que se dañe la raíz superficial de las plantas. “Tenemos a cuatro personas desbrozando el viñedo durante media jornada diaria desde finales de año hasta julio”, explica Jonatan. Tras la poda de invierno, normalmente un trabajo de hombres, son las mujeres las que se encargan de amarrar manualmente y con destreza las varas de las plantas al tronco viejo para que el ciclo comience de nuevo.
A pesar de que muchas de esas suertes, como se llamaban antiguamente las parcelas, se plantaron a principios del siglo pasado, la familia García solo lleva en el negocio una década (el marqués del nombre era un antiguo terrateniente del valle). Casiano García, el abuelo de Jonatan, ya vendía vino en una venta que regentaba en la zona a 950 metros de altitud, pero fue su hijo Francisco, un empresario del mueble, quien compró la finca El Esquilón hace 30 años para pasar los fines de semana. Al principio vendía la uva a otra bodega de La Orotava, pero con el paso del tiempo, Francisco y su familia, además de disfrutar de las imponentes vistas sobre el valle y el Océano Atlántico, comenzaron a vislumbrar un futuro como bodegueros y en 2006 establecieron Suertes del Marqués.
Más adelante, y con la incorporación del enólogo tinerfeño Roberto Santana del equipo Envínate en 2008, los vinos de Suertes del Marqués comenzaron gradualmente a adoptar un perfil propio, fiel al terruño y a las variedades tradicionales más plantadas de Tenerife —listán negro y listán blanco, principalmente. Esta apuesta por la esencia fue un gran acierto y convirtió los vinos de Suertes del Marqués en referente de calidad de la isla —y por extensión, de Canarias— y en tema de conversación de sumilleres caza-tendencias y gurús del vino de medio mundo.
Tras la marcha de Roberto Santana en marzo de 2016 para continuar con Envínate, ahora es el enólogo portugués Luis Seabra (Cru, ex Niepoort) el que se encarga de la dirección técnica de Suertes del Marqués. En el día a día, supervisando el viñedo y las vinificaciones, está Loles Pérez, una enóloga canaria con experiencia en Pingus y la bodega Cráter, de Tacoronte.
¿Cambiarán los vinos? “La incorporación de Luis supone un cambio de ciclo y estamos todos muy ilusionados. La idea es hacer vinos más frescos, tanto blancos como tintos, con buena acidez y olvidarnos más que nunca del grado alcohólico. Queremos que sigan reflejando el carácter atlántico del viñedo, nuestro principal valor, pero intentaremos mejorar”, explica Jonatan.
Una de las primeras novedades es la compra de botas de 300 litros de Henriques & Henriques, uno de los mejores productores de Madeira, una isla muy relacionada históricamente con Tenerife desde la que se trajo la malvasía candiota, originalmente de Creta. “La idea de Luis es hacer un vino fortificado con listán blanco siguiendo la tradición de los antiguos Canary Wines”.
Todas las viñas de Suertes del Marqués —11 hectáreas en propiedad y 16 más de viticultores de La Orotava, a los pies del Teide— se trabajan en función de su altitud (desde los 350 hasta los 700 metros), de su orientación y del tipo de suelo, con predominio de roca volcánica cubierta de una capa franco-arenosa o de arcilla.
En la bodega, el hormigón y la madera en formatos grandes son los materiales preferidos para las fermentaciones y siempre con levaduras autóctonas. “Acabamos de comprar un par de foudres nuevos para los vinos que tenemos más cantidad y evitar que se note la madera. Nos esforzamos en el trabajo del campo y no nos gusta que se enmascare con aromas de madera”, razona Jonatan.
Estas son las líneas maestras de elaboración, pero Jonatan insiste en aplicar el sentido común para hacer buenos vinos. “No queremos ni encasillarnos ni ser esclavos de las modas; si tengo que usar química en el viñedo lo haré y lo diré, igual que si yo tuviera cáncer. Si un viñedo viejo está enfermo, no voy a dejar que muera por una filosofía”.
La idea de reflejar el carácter del viñedo también se aplica a su principal “vino de villa”, 7 Fuentes, una carta de presentación impecable de los suelos volcánicos de la isla, de la listán negro (un 90% del coupage) y de los matices de la zona con 25 vinificaciones diferentes que se ensamblan antes de embotellar. El resultado es un compendio de fruta, frescor y autenticidad que a 11,5 € supone probablemente el vino de mejor relación calidad-precio de Canarias. “No gano dinero con este vino pero es una buena entrada”, asegura Jonatan, gran aficionado a los vinos de Borgoña, Châteauneuf du Pape y los rieslings de Mosela y Rheingau, entre muchos otros.
En esta categoría de vinos de villa, provenientes de fincas propias y de viticultores como Fefe, su principal proveedor, también están El Lance (un ensamblaje de vijariego negro, tintilla, listán negro, baboso negro y malvasía rosada), Medianías (listán negro, vijariego negro y tintilla) y el blanco Trenzado (cepas centenarias de listán blanco y pedro ximénez con otras más jóvenes en espaldera de variedades locales como marmajuelo o gual, entre otras). Más allá de sus matices individuales, la buena acidez es la columna vertebral de todos ellos, en consonancia con la filosofía de Suertes del Marqués.
A sus vinos de parcela —La Solana, El Esquilón, Candio, El Ciruelo, Los Pasitos y el excelente blanco Vidonia— se sumó en la cosecha 2015 El Chibirique, un elegante monovarietal de listán negro de más de 80 años que proviene de una pequeña parcela en forma de anfiteatro comprada en 2013 y que antes se destinaba a 7 Fuentes.
“Buscamos más profundidad en este tipo de parcelas más complejas para que los vinos puedan envejecer mejor. En todas las añadas nuestros vinos siempre han sido inmediatos, pero quizás nos faltaba dar una vuelta de tuerca para que alcancen mayor longevidad. En esta nueva etapa estamos pensando más en el futuro”, indica Jonatan.
El futuro más inmediato también traerá una nueva nave de crianza, liberando así espacio en la bodega para las vinificaciones. “Llevamos tres años esperando la licencia y espero que llegue en breve. Nuestra idea es poder disponer de ella para la próxima vendimia”.