Pago del Cielo
C. del Rosario, 47311, Fompedraza, Valladolid, España
www.torres.es/es/bodegas/fompedraza
Como muchos de los proyectos recientes de Familia Torres, la entrada del grupo catalán en la Ribera del Duero en 2004 tuvo muy en cuenta el cambio climático. De ahí que se buscaran zonas frías y elevadas. El lugar elegido fue Fompedraza, un municipio vallisoletano situado a menos de 10 kilómetros al sur de Peñafiel, pero que se beneficia de las condiciones extremas de su páramo situado a unos 900 metros de altitud.
Plantar en estos terrenos poco profundos y muy calcáreos no es fácil. “Requiere mucha preparación previa de levantar y romper los suelos para que pueda entrar la planta y que las raíces vayan más allá de los 50 centímetros de profundidad”, explica Juan Ramón García, enólogo y responsable de la bodega.
Hoy cuentan con 45 hectáreas en el páramo de Fompedraza y tienen además viñedos en propiedad en el eje Piñel-Pesquera, en la margen derecha del Duero, así como en el afamado municipio burgalés de La Horra.
El primer vino en salir al mercado en la cosecha 2005 fue Celeste Crianza (600.000 botellas, 21 €). Se elabora con uvas de viticultores de distintos puntos de la denominación desde Quintanilla de Onésimo y Olivares en su extremo occidental, hasta Alcubilla de Avellaneda, ya en la provincia de Soria. “Cada zona aporta cosas diferentes”, defiende García. De hecho, su filosofía es vinificar por proveedores.
El Reserva (18.000 botellas, 36 €), que se elabora desde la cosecha 2014, está muy centrado en viñedos viejos de laderas calizas de Fompedraza, Canalejas de Peñafiel y Pesquera (no hay viñedo viejo en el páramo, ya que las plantaciones a esta altitud son relativamente recientes). Se trata de pequeñas parcelas, muchas de ellas cultivadas en entrantes o pequeños valles horadados en la roca que en la zona se conocen como “barcos”, donde se consiguen muy buenas maduraciones y la vendimia suele tener lugar una semana antes que en el páramo.
Las fermentaciones se llevan a cabo en acero inoxidable. El grueso de la crianza se realiza en barricas de 300 litros. En la bodega también se está experimentando con crianza en foudres y tinajas. De los ingredientes que se manejan puertas adentro, hay una notable diferencia entre los vinos de La Horra, llenos y opulentos, y los que proceden del páramo, más livianos, pero elegantes, con acidez más evidente en la cata y marcado carácter aromático.
La gama se ha ampliado posteriormente con Pago del Cielo (75 €) y 62 Millas al Cielo (12,5 €). El primero, el top de la bodega, se elabora a partir de dos viñedos. Uno de 32 años en la zona de El Obispo en Piñel sobre suelos calizos que aportan tensión, y otro de 70 años en el paraje de Las Tenadas en La Horra sobre suelos de arcilla y arena que confieren intensidad y la estructura.
62 Millas es un tinto fino del páramo envejecido nueves meses en roble francés que busca recoger la frescura que aporta la altitud. El nombre se refiere a la distancia que separa a la bodega de la línea de Kármán, que marca el límite entre la atmósfera y el espacio exterior.
Bajo la marca Celeste también se comercializa una línea de vinos jóvenes de entrada de gama: un tinto Roble de Ribera del Duero, un rosado de Cigales y un verdejo de Rueda.
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