Bodega familiar con raíces en el siglo XIX, pero relanzada en la década de los 90 por Javier Ochoa después de haber sido director de EVENA (Estación de Viticultura y Enología de Navarra) entre 1981 y 1992. En la actualidad, está liderada por sus hijas Adriana, al frente de la elaboración, y Beatriz, encargada de la comercialización.
Desde el año 2000 se autoabastece de sus propias uvas. Cuenta con 145 hectáreas de viñedo ecológico, la gran mayoría en Traibuenas, en la subzona de Ribera Alta, al sur de Olite y en el ángulo que forman los ríos Aragón y Cidacos donde se distinguen las fincas El Bosque, Santa Cruz, El Secadero, La Pedrera y La Milla. Los suelos son en su mayoría de arena sobre una capa de arcilla y a menudo con texturas muy pedregosas en la superficie (los vinos de suelos pedregosos suelen ir habitualmente a reservas), pero también hay zonas de arcillas ferrosas. Hay una segunda localización en el entorno de la bodega situada en Olite, Finca Montijo, su viñedo más viejo.
Casi la mitad es tempranillo, pero también se cultiva garnacha, graciano, merlot, cabernet sauvignon y las blancas moscatel de grano menudo, viura, viognier y chardonnay. Una parte del viñedo de garnacha se ha reinjertado con los aproximadamente 200 biotipos recuperados por la Universidad Pública de Navarra y el vivero Vitis Navarra. Ochoa lideró además la recuperación de la moscatel de grano menudo y marcó el camino de un estilo de vinos dulces más frescos y cercanos al aroma y sabor del propio grano de uva. Sus 25 hectáreas de esta variedad suponen el 20% del total cultivado en la DO.
La vendimia es mecánica y nocturna, lo que en una zona relativamente cálida ayuda a preservar los aromas y la frescura y obtener unos mostos más limpios de partida. Se procesan en torno al millón de kilos y se elaboran unas 500.000 botellas al año. Una parte de la producción se destina a proyectos de I+D.
Los vinos
La bodega ha renovado gama y etiquetas en 2025 dando más protagonismo a la marca Ochoa. Con el logo en primer plano y utilizando en muchos casos para el fondo fotos de Javier Ochoa, los vinos se agrupan en tres gamas diferenciadas construidas en torno a tres conceptos: ahora, aquí y siempre. En las nuevas presentaciones domina la botella borgoña con excepción del moscatel dulce y los tintos de guarda.
“Ahora” hace referencia a vinos de estilo fresco y directo pensados para un disfrute más inmediato. Incluye clásicos de la casa como el Moscato de Ochoa (16 €), una brillante versión del moscato d’Asti elaborado con moscatel de grano menudo y que integra perfectamente la burbuja con el azúcar consiguiendo un trago delicado y muy agradable de beber con solo 5,5% vol. O el Rosado de Lágrima (8 €), que se reinventa para dar entrada a variedades internacionales y convertirse en un ensamblaje de garnacha y merlot a partes iguales con un 20% de cabernet sauvignon. Aquí también se incluyen algunos de los vinos jóvenes que se comercializaban anteriormente bajo la marca Calendas: el blanco de chardonnay y viura que se rebautiza como Blanco Lías, y el tinto de tempranillo que pasa a llamarse Nude (ambos 6 €). Cierra la gama el Crianza Origen (10 €) con nueve meses de barrica, heredero de La Foto de 1938, con base de tempranillo (40%) y porcentajes variables de garnacha, merlot y graciano.
Los “Aquí” son los vinos de terruño y producción limitada desarrollados por Adriana Ochoa en los últimos años. A ellos se une el moscatel (15 €) que pasó de blanco naturalmente dulce a vino de licor ganando algo de consistencia, pero sin perder su lado de fruta crujiente y auvada. Junto al Uva Doble Viognier (9 €) que rememora las experiencias de Adriana con esta variedad en la bodega australiana Yalumba, la gran novedad blanca es Oxoa (17 €, 2.000 botellas en su primera añada 2023), un moscatel seco de grano menudo criado durante seis meses en roble francés y huevo de hormigón. Es un vino fragante, muy fiel a la variedad y con buena dimensión aromática en boca. La gama se completa con el rosado pálido de garnacha Labrit (el antiguo Maitena, 15 €), que se elabora mediante un prensado directo y tiene su propia versión tinta (15 €), amable y balsámica. Otros tintos son Mil Gracias (15 €), un graciano fresco, especiado y balsámico, cada vez con mejor textura; y el tempranillo Zarpas Crianza (10 €).
La gama “Siempre” engloba los tintos de guarda de la bodega que han mantenido la conexión con la estética de antaño. Tanto el Reserva (20 €, 15 meses de crianza) como el Gran Reserva (29 €, 24 meses de crianza) se apoyan en la tempranillo, que se cría en roble americano y supone el 60% de la mezcla. El resto es merlot y un porcentaje menor de cabernet sauvignon, variedades que envejecen en roble francés. Con más tiempo de botella antes de su puesta en el mercado, Corazón de Finca Montijo (45 €, menos de 4.000 botellas), es un coupage de 90% merlot y 10% cabernet sauvignon elaborado con el viñedo más viejo de la familia de Olite y que quiere ser un homenaje a Javier Ochoa. En la misma línea, Alma de Finca Secadero (45 €, unas 1.500 botellas) es un tempanillo de la finca del mismo nombre en Traibuenas, que se caracteriza por sus suelos marcadamente pedregosos y que, en este caso, está dedicado a la madre, Mariví Alemán, por la gran dedicación que tuvo siempre por la bodega.
La mitad de la producción se destina a la exportación, más interesada en los tintos, mientras que los blancos, rosados y dulces tienen más presencia en el mercado nacional.
La bodega está abierta a las visitas todo el año. El recorrido estándar incluye la cata de cuatro vinos junto al aceite y chocolate de la bodega y quesos locales. Existe también un wine bar con terraza durante los meses de verano donde disfrutar de vinos jóvenes de grifo, probar vinos por copas o baterías de cata que se complementa con música en directo.
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