Marta Maté
Camino de Caleruega, s/n. 09453 Tubilla del Lago (Burgos)
www.martamate.com
“Queríamos hacer un proyecto singular y vinimos a un lugar singular”, dice el enólogo César Maté de Tubilla del Lago, probablemente uno de los municipios de mayor concentración de viña vieja de la Ribera del Duero. Situado en la parte más septentrional de la ribera burgalesa, bajo la influencia de la Sierra de Cervera, y con altitudes que superan los 900 metros, es una de esas zonas en las que antiguamente costaba madurar la uva.
Prácticamente todo se cultiva en vaso y se ha preservado el paisaje de pequeños majuelos con sus lindes, muretes de piedra y árboles intercalados. La mayor parte de las uvas iban a las cooperativas de pueblos cercanos.
Los suelos también son peculiares, con abundante caliza gracias en parte a la acción del río Gromejón que atraviesa la localidad. Tubilla, de hecho, viene del latín tuillan que significa toba (piedra caliza y porosa formada por la cal del agua de algunos manantiales). El Diccionario de Madoz (1850) ya decía de Tubilla que estaba situado en “un pequeño y pantanoso valle” y añadía que el clima era bastante frío.
Marta Maté tiene una génesis bastante particular. Los tres socios del estudio Terracota Ingenieros a los que posteriormente se unió César Maté decidieron llevar a la práctica lo que hasta entonces habían hecho para terceros. Plantaron un viñedo de 26 hectáreas a 910 metros de altitud en el páramo de Gumiel de Mercado. Aunque el negocio primordial era la venta de uva, en 2008 realizaron una vinificación de 3.000 botellas de la que nació su primer vino: Primordium. El proyecto de bodega, sin embargo, no toma forma hasta que en 2012 surge la oportunidad de comprar unas instalaciones en Tubilla del Lago y profundizar en los viñedos de este municipio tan particular.
Entre viñas compradas y arrendadas han recuperado más de un centenar de pequeñas parcelas (la más grande tiene media hectárea) con cepas de entre 80 y 180 años que no suman más de 20 hectáreas. Se identifican fácilmente porque están señalizadas con su logo: una casita pentagonal que reproduce la forma de la cristalera que preside la fachada de la bodega. Tienen también viñas algo más “jóvenes” plantadas entre los años setenta y los ochenta. Para preservar el material vegetal han creado su propio banco de germoplasma.
El viñedo, en coplantación como es habitual en las viñas viejas, está certificado en ecológico. Domina la tempranillo, pero hay también cepas de garnacha, bobal, albillo y otras castas.
De los socios Terracota Ingenieros, César en la enología y su mujer Marta Castrillo, como directora de bodega, son los que están más implicados en Marta Maté.
En elaboración no son partidarios de maceraciones largas ni de mucha extracción. Fermentan sembrando levaduras a partir de un pie de cuba y en una mayoría de vinos redondean la crianza en madera con una estancia de varios meses en hormigón.
La producción se sitúa en el entorno de las 100.000 botellas. El Holgazán (45.000 botellas, 12 €) es su entrada de gama, procedente de las viñas más jóvenes (unos 40 años). Viñas del Lago (17 €, 16.000 botellas) es el vino que, según César, refleja la personalidad del municipio en términos de “latitud, altitud y suelos extremos”. Incluye también las viñas con más mezcla de variedades, lo que da una presencia relativamente importante a la garnacha y la albillo. El perfil es de fruta roja, con tanino ligeramente herbal y bastante más acidez de lo habitual en la zona. En Marta Maté (25 €, 23.000 botellas, unas 60 parcelas de viñas viejas) se busca todo lo contrario: más peso de la tempranillo y suelos más armónicos y equilibrados a partir de unas 60 parcelas de viñas viejas. Es un tinto más redondo y envolvente, que combina muy bien la frescura de la zona con la profundidad de las viñas viejas.
Merece la pena probar si se tiene oportunidad el parcelario Los Perejiles (poco más de 1.000 botellas, 100 €), que procede de uno de los viñedos más viejos, con afloramientos de roca madre caliza y mezcla de arcilla y arenas. A la profundidad y frescura, suma una textura acariciante y un carácter evocador de paisaje con recuerdos de hierbas mediterráneas. Muy recomendable también el nuevo rosado (3.000 botellas, 15 €) de tempranillo y 25% albillo fermentado y criado en hormigón: jugoso, frutal y con una punta salina agradable.
El Primordium (3.000 botellas, 35 €) que está en la génesis de la bodega se sigue elaborando con las uvas de Gumiel de Mercado. Es un Reserva que se comercializa 10 años después de la fecha de cosecha. Pasa dos años en barricas de 300 litros y 15 meses en foudre antes del embotellado. Es un estilo más clásico, con mayor extracción y un punto entre austero y achocolatado.
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