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Manuel Quintano Labastida

Avenida de la Diputación, 53, 01330, Labastida, Álava, ES

www.manuelquintano.com
Manuel Quintano Labastida

La Unión de Cosecheros de Labastida nació en 1964 gracias al impulso de 24 viticultores que buscaban precios más justos para sus uvas. Hoy en día, la cooperativa de este pueblo en el extremo occidental de Rioja Alavesa, que después se llamó Solagüen y hasta 2023 Bodegas y Viñedos Labastida, cuenta con 80 socios y 300 hectáreas de viña en este pueblo, así como en Salinillas de Buradón y Briñas.

Lastrada por una inversión muy ambiciosa en una nueva bodega en la entrada del pueblo en 2007, la cooperativa dio un golpe de timón en 2016 para intentar reconducir su delicada situación económica. Bajo la nueva dirección de Iñigo Rubio, un ingeniero de Airbus hijo de uno de los socios fundadores (pero ya desvinculado de la cooperativa), se impulsaron muchos cambios en la gestión de la bodega.

Uno de los más importantes fue la entrada en 2017 de Javier Cereceda como enólogo. Oriundo de Logroño, Cereceda había estado trabajando durante nueve años con Telmo Rodríguez en Toro y Rueda, pero decidió aceptar la oferta de Rubio porque le atraía el potencial de la zona y la calidad de las viñas que maneja la cooperativa.

A partir de 2018 y junto a César Castro, jefe de campo de la cooperativa y gran conocedor del viñedo y los suelos de Labastida y alrededores, Cereceda y Rubio han reseteado la filosofía del proyecto para centrarse en la viña y ganar así más identidad en los vinos.

Los blancos, que representan algo menos del 10% de la producción, ahora se vendimian más tarde y se dejan brevemente con las pieles buscando más volumen que aroma, pero manteniendo la acidez y trabajando la potencia de boca. También se ha reducido el uso de productos enológicos y se guían más por la cata y la selección que por los análisis, primando la calidad de la fruta. “Si hay que quitar uva, se paga y se quita,” asegura Castro quien añade que en 2022 se trabajaron 190.000 kg de uva de diferentes parcelas por separado. No venden granel y rara vez compran uva.

En su afán por mejorar los tintos, todas las fermentaciones ahora son espontáneas y más lentas y las maceraciones más largas, aunque sin buscar la sobre-extracción, y en algún vino con base de garnacha recurren al raspón, aunque la mayoría de los vinos se despalillan.

Las barricas también han cambiado y ahora el roble francés supone dos tercios del parque total, gran parte usado, frente al americano que en tiempos pasados llegó a ser del 80%, y también van haciendo acopio de fudres y tinas para elaborar y criar. El hormigón, presente en la bodega fundacional -la nueva bodega se vendió a Muga en 2021- ha vuelto a recuperarse para criar algunos de los vinos más especiales.

La bodega tiene en el mercado 13 vinos diferentes comercializados bajo cuatro marcas. Castillo Labastida y Montebuena están orientadas a la exportación, Solagüen se reserva para los vinos más tradicionales, desde el maceración carbónica al reserva, y Manuel Quintano es la más reciente. A esta gama se destinan las 50 mejores hectáreas de la casa y toma el nombre del clérigo pionero del siglo XVIII que intentó, sin éxito, adoptar el método bordelés de elaboración y crianza del vino.

Con una producción de unas 600.000 botellas, que esperan aumentar a 800.000, Solagüen Crianza (9,50 €) sigue siendo el vino más representativo de la casa. Según Cereceda, el vino, principalmente tempranillo con algo de garnacha, se trabaja por zonas, con una vendimia de abajo hacia arriba, hasta los 650 metros de altitud. Fermenta unos 28 días y se cría en roble francés y americano durante 12 o 13 meses.

La marca Manuel Quintano engloba los vinos de más interés para los aficionados y comienza con el Q de Quintano (55.000 botellas, 9 €), un 100% tempranillo de viñedos de más de 40 años de Labastida elaborado en hormigón que exhibe el frescor, la honestidad y la fruta de los vinos jóvenes tradicionales. El Pionero (60.000 botellas, 12 €) mezcla viñas de más de 35 años de tempranillo con un 5% de garnacha de Salinillas de Buradón y se elabora con un 5% de raspón. La crianza es de 12-14 meses, según añada, y en roble francés usado de 225 y 500 litros. De nariz amable y especiada, es un vino fácil de beber con la fruta siempre por delante.

Manuel Quintano Blanco (15.000 botellas, 12 €) mezcla viura de más de 70 años con un 5% de tempranillo blanco y permanece con las pieles durante 24 horas antes del prensado y el desfangado, buscando mostos limpios. La fermentación y crianza de 11 meses se hace en barricas francesas (5% nueva) de diversos tamaños con dos battonages semanales durante los tres primeros meses.

Manuel Quintano Cepas Viejas (8.000 botellas, 15 €) proviene de tres viñedos de garnacha de entre 50 y 70 años. Macera entre 25 y 30 días antes de criarse en barricas de 500 litros, principalmente usadas, durante 12 meses. Con fruta roja en nariz y sedosidad en el paso por boca, es una garnacha con esqueleto y peso en el paladar.

Para el Manuel Quintano Selección Particular (30.000 botellas, 18 €) se seleccionan tempranillos de más de 40 años que se maceran hasta 40 días y se cría en barricas francesas usadas y nuevas (entre un 10-20%, según añada). Concentrado y con taninos presentes, es un vino gastronómico y robusto.

Manuel Quintano Reserva (5.000 botellas, 25 €) proviene de un viñedo centenario con suelos de arcilla. Inspirado en el Manuel Quintano de los 90, el vino se cría durante 24 meses (es la crianza más larga de toda la bodega) y mantiene la fruta madura, los taninos suaves y el volumen de su antecesor pero con una textura más refinada y un perfil más adaptado al siglo XXI.

La Colección Cruces del Dean engloba los tres vinos top de la bodega, todos provenientes de viñedos viejos de Labastida. Los Herreros (600 botellas, 53 €) es una garnacha plantada en suelos de arena caliza hace 80 años. Elaborado con un 20% de raspón, criado en barricas usadas y embotellado sin filtrar, tiene el carácter etéreo y floral de las garnachas de calidad de la zona con toques herbales y finura en boca. Para la añada 2021, prevén aumentar la producción a 1.500 botellas.

El Saúco (2.500 botellas, 57 €) es probablemente el tempranillo más equilibrado y elegante de la bodega. Como Los Herreros, nace de una viña vieja en el camino de Las Beatas, pero se elabora en tina abierta de madera, con una maceración larga y 20 meses en barrica usada. De gran complejidad aromática y frescura, tiene un final persistente y refinado con agradables notas salinas y minerales. La Calavera (1.100 botellas, 50 €) es el blanco de guarda de Manuel Quintano. Esta viura proviene de las cabezadas de una parcela a 525 m de altitud frente a Briñas y se cría en barricas nuevas y usadas. Con el trabajo de lías se busca ganar en cremosidad y volumen, pero siempre manteniendo la acidez. La añada 2020 es la actual en el mercado y tiene una larga vida por delante.

Bodegas Manuel Quintano Labastida acepta visitas del público bajo reserva.