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El Mozo Compañón Arrieta

Arregoia , 1, 01308, Lanciego, Álava, España

elmozowines.com
El Mozo Compañón Arrieta

A esta bodega se la conoce por dos nombres. Compañón Arrieta son los apellidos de los hermanos Itxaso y Unai que gestionan el negocio junto a Gorka Mauleón, el marido de Itxaso. Y El Mozo es el apodo del abuelo, el iniciador del negocio del vino, que pasó después al padre.

El proyecto actual nace en 2010 cuando tras el fallecimiento de los padres, el abuelo y el tío de Itxaso y Unai, la familia tiene que decidirse entre vender o centrarse en el negocio del vino. “Nos tiramos al monte y vinimos aquí”, suele explicar Gorka, que se ganaba antes la vida como informático.

El lugar es Lanciego, un municipio eminentemente vitícola de Rioja Alavesa en el que no se llevó a cabo la concentración parcelaria, por lo que el cultivo es marcadamente minifundista (las 10 hectáreas de los Compañón Arrieta están repartidas en 21 parcelas diferentes). En el pueblo trabajan más de 20 bodegas, pero solo siete embotellan; la mayoría son granelistas centrados en los clásicos vinos de cosechero. De hecho, el primer vino de la nueva etapa de la bodega fue Herrigorria (unos 8 € en España), un maceración carbónica con inclusión de variedades blancas y elaborado en cemento tal y como se hacía tradicionalmente en la familia.

Itxaso está centrada en la elaboración y Gorka en la comercialización. Están muy agradecidos a su vecino de Viñaspre Roberto Oliván (Tentenublo), que les echó una mano en sus primeras elaboraciones. La producción es de unas 55.000 botellas al año. La gama más moderna arranca con Malaspiedras (12 €), un tinto de tempranillo con algo de viura y garnacha. Se elabora con las parcelas más viejas de la familia que se vinifican por separado y a menudo se trabajan con raspón. La fermentación y crianza se realizan en barrica.

La etiqueta más original e interesante es El Cosmonauta y El Viaje en el Tiempo (14 €, unas 1.500 botellas), un vino difícil de definir porque combina uvas blancas y tintas de una parcela plantada en 1930 prácticamente al 50%. Es un homenaje a las elaboraciones antiguas que se hacían en los lagares rupestres de las viñas donde se pisaban los racimos enteros mezclados y luego se transportaba el mosto a las bodegas. Es un vino de sed que invita a seguir bebiendo, pero con carácter y profundidad. En la etiqueta aparece un astronauta en alusión al personaje que da inicio a las fiestas del pueblo. La tradición data de 1970, muy poco después de que el hombre llegara a la luna.

Existe un segundo vino de parcela, Cosmonauta Barranco de Agua, en esta ocasión blanco (14 €) con mayoría de malvasía (90%) frente a la viura (10%) del que solo se elaboran dos barricas dentro de un perfil cremoso y tostado.