
David Sampedro se considera ante todo viticultor y eso es algo que se nota. Conoce bien sus viñedos y las características de los suelos sobre los que se asientan sus viñas en los alrededores de Elvillar, una de las zonas más elevadas de Rioja Alavesa. Por filosofía y convicción, cultiva en ecológico desde que se instaló por su cuenta en 2006 y tiene la certificación biodinámica Demeter desde 2023. Obtiene rendimientos de entre 3.000-3.500 kg/hectárea (muy inferiores a los establecidos por la DOCa Rioja).
Tras un par de años de burocracia y dificultades para obtener los permisos administrativos necesarios, en 2016 David consiguió construir una modesta pero eficiente bodega en las afueras de Elvillar rodeada de viñedo junto a su casa y con unas vistas espectaculares de la Sierra Cantabria y el paisaje riojano. Alimentada únicamente por energía solar -aparte de un generador de gasoil para algún trabajo específico y emergencias- cuenta con depósitos de hormigón y tinas de varios tamaños además de barricas de 500 litros de roble francés y otras bordelesas.
En sus viñas, trabajadas con caballos, cultiva variedades locales que producen una gama de vinos de indiscutible personalidad, la mayoría vinificados con raspón, mezclando las variedades que tenga la viña y con extracciones suaves. Bodegas Bhilar (una adaptación de Elvillar en euskera) produce vinos de pueblo, paraje y parcela y su producción total ronda las 55.000 botellas.
Los vinos
El fresco y perfumado Lágrimas de Graciano (10 €) proviene de cepas jóvenes plantadas por Sampedro en Elvillar y se cría en tinas durante 12 meses. Su tinto principal es Bhilar (25.000 botellas, 13 €), con predominio de Tempranillo criado durante 16-18 meses en tinos y barricas de 225 y 500 litros. Completando el trío de vinos de pueblo, Bhilar Blanco (18.000 botellas, 12 €) mezcla viura con un 20% de garnacha blanca y fermenta con sus pieles durante unos 15 días antes de criarse un año en recipientes de madera de diferentes tamaños.
Su vino de paraje principal es Phincas (10.000 botellas, 24 €), un tempranillo de viñas viejas con algo de viura y graciano, siguiendo el coupage clásico de Rioja. Fermenta con raspón y se cría en barricas de diferentes tamaños durante 30 meses antes de ensamblarse todas las variedades y procedencias en tinas durante seis meses más. Phinca El Vedao (2.300 botellas, 23 €) proviene del paraje de ese nombre en Elvillar. Como el resto de vinos, fermenta en cemento y se cría en barricas de 500 litros durante 30 meses. Aromático y balsámico, es un vino sabroso y con notas herbáceas.
El blanco de paraje se llama Phincas Thousand Mils (2.400 botellas, 30 €) porque mezcla variedades diferentes -de ahí el nombre, aunque Patentes y Marcas no le permitió poner "milks" porque no se pueden usar nombres de “alimentos”. Proviene de viñedos de más de 50 años de sus fincas Abejera y Lali y las uvas se maceran con pieles de ahí el toque amargo y fresco en boca que se equilibra con un buen volumen.
Sampedro tiene cuatro vinos de parcela. Phinca Abejera (2.200 botellas, 54 €), proviene de una viña vieja rodeada de cipreses y arbustos mediterráneos visible desde la carretera de acceso a Elvillar. Es una mezcla de cepas de tempranillo y graciano (40% de cada) y viura (20%) plantadas con orientación a poniente en suelos calcáreos que producen un vino muy aromático con notas herbales de lavanda y romero y buena energía en boca. Phinca Lali (1.400 botellas, 54 €) procede de una viña plantada en 1910. Elaborado principalmente con tempranillo y un 10% de viura, destaca por su profundidad en boca y taninos firmes. En general, son vinos gastronómicos, de larga vida, que aguantan muy bien el paso por botella.
Phinca La Revilla Sexto Año (1.000 botellas, 78 €) es un monovarietal de viura de una viña plantada en 1925 y probablemente el vino más especial de la bodega. En homenaje a los vinos de antes de Rioja, Phinca La Revilla pasa seis años en barrica sin tocar. A pesar de su perfil oxidativo, no pierde frescura ni acidez y muestra una gran complejidad. De la misma parcela de 0,8 hectáreas también se elabora Phinca La Revilla tinto (1.000 botellas, 78 €) un tinto concentrado e intenso que pasa seis años en barricas usadas de 225 litros.
Etérea Kripan
De las 16 hectáreas que componen el proyecto, casi la mitad pertenecen a Melanie Hickman, la mujer de David. Nacida en Ohio pero muy vinculada a Hawaii, donde residió durante varios años, Melanie invirtió los ahorros que tenía para la jubilación en fincas en la comarca de las que produce cinco vinos bajo la marca Etérea Kripan.
San Julián (1.300 botellas, 55 €) es un tinto de la finca del mismo nombre, una preciosa viña vieja de media hectárea en pendiente y con orientación este que solo se puede trabajar con animales. El vino, fermentado con raspón en barrica de 500 litros para pasar después a barrica de 225, tiene un perfil de fruta muy puro y con notas refinadas y elegantes y vuelve a ese estilo de Rioja más clásico. Los otros dos vinos -un tinto (7.200 botellas, 25 €) y un blanco con pieles y de maceración carbónica (3.000 botellas, 26 €)- provienen del paraje de Santa Engracia, una viña plantada en 1967 en la parte alta de Elvillar, en las faldas de la Sierra Cantabria. Ambos se llaman Hapa, en homenaje al perro que Melanie tuvo durante su vida en Hawaii y que murió poco antes de que se mudara a vivir a Rioja. Esta historia y muchas otras de su vida con David Sampedro se pueden leer -en inglés- en su libro Struggling Vines, que publicó en 2016.
Carrakripan (2.200 botellas, 55 €) es un blanco con predominio de viura más algo de malvasia y garnacha blanca fermentado con pieles de un viñedo de más de 50 años y a más de 600 metros en Kripan. Complejo, fresco y salino, fue el primer vino certificado por Demeter en Rioja Alavesa. El último lanzamiento es Sasikume (2.500 botellas, 16 €), una nueva plantación de maturana o bastardo (el significado de Sasikume en euskera), que produce un tinto sabroso y frutal criado parcialmente con raspón.
Preocupada por la gestión responsable de la tierra, Melanie adquirió recientemente una parcela de 3,4 hectáreas a 900 metros de altitud en el término de Kripan donde busca crear un oasis de biodiversidad plantando lavanda, árboles frutales y encinas y en un futuro próximo, viñedo.
Otras zonas
Por su parte, David Sampedro no se limita a su propio viñedo riojano. En la sierra de Francia, en suelos graníticos y de pizarra al sur de la provincia de Salamanca, elabora dos vinos con la variedad Rufete y nombres de cuento: Phinca Encanto (2.600 botellas, 20 €) un tinto elegante y mineral que recuerda a una pinot noir mediterránea (se cree que la Rufete puede ser una mutación de esta uva); y Phinca Durmiente (1.500 botellas, 30 €), elaborado con la minoritaria rufete blanco, de la que quedan pocas viñas y están dispersas, por lo que requiere un gran trabajo de selección. En Navarra elabora Kha Mé (20 €), una garnacha de viñas viejas en San Martín de Unx que se vinifica en ánforas.
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