A Pie de Tierra
Finca Navayuncosa. 28620 Aldea del Fresno (Madrid)
www.apiedetierra.com
Este proyecto nace en 2017 de la mano del sumiller Aitor Paul, que trabaja en el departamento de distribución en Lavinia y del viticultor David Villamiel, natural de Méntrida, tras finalizar sus estudios en la Escuela Profesional de Viticultura y Enología de Madrid.
Su trabajo se centra en la garnacha, procedente de viñedos viejos de entre 40 y 90 años plantados en la zona media del valle del Alberche, sobre suelos graníticos, arenosos y con cuarzo. La mayor parte de las viñas se encuentran en Méntrida y pertenecen a la familia de David, aunque también cultivan un par de parcelas arrendadas en Aldea del Fresno, en las estribaciones de Gredos, ya en la Comunidad de Madrid, donde predominan los suelos férricos. En total, manejan unas 20 hectáreas que ellos describen como “paisaje mediterráneo de interior”.
Esta diversidad de suelos y ubicaciones no es la única complejidad a la que se enfrentan Aitor y David. Trabajar en dos provincias, dos comunidades autónomas y bajo dos denominaciones de origen (Méntrida y Vinos de Madrid) supone no pocos desafíos burocráticos y logísticos.
Recuperación de garnacha
El abuelo de David era cosechero y hacía vino pero el padre, como tantos de su generación, arrancó garnacha para plantar tempranillo y vender a la cooperativa. “Entonces no había ayudas si no plantabas variedades mejorantes”, recuerda David. “Ahora estamos revirtiendo esa dinámica y recuperando la garnacha”. Su plan pasa por arrancar nueve hectáreas y replantar cuatro con garnacha tinta en vaso, utilizando material vegetal seleccionado de viñas viejas. También han introducido garnacha blanca en una zona cercana a un arroyo que bordea su viñedo más especial, en el valle de la Ronca de Mazalba, además de algo de cariñena y albillo injertado sobre tempranillo.
Uno de sus principales retos en el viñedo es conservar la acidez sin adelantar la vendimia y sin renunciar a una maduración completa de la uva. En bodega, Aitor y David apuestan por una elaboración poco intervencionista, con fermentaciones espontáneas, levaduras indígenas y trabajo ecológico —aunque no certificado—. En un futuro cercano, su objetivo es criar los vinos en depósitos de hormigón, un material que consideran ideal para el estilo de vinos que quieren hacer.
Los vinos
Actualmente elaboran cuatro vinos, tres acogidos a la DO Méntrida y uno a Vinos de Madrid. El Surco (10.000 botellas, 14,50 €) es su vino de entrada de gama. Procede de diversas parcelas de garnacha en Méntrida. Tras una maceración con pieles de 35 días, el vino se cría entre ocho y diez meses en barricas usadas de 300 litros. Buscan un tinto fluido y fácil de beber que represente este histórico paisaje vitícola del centro peninsular, hoy en retroceso.
A Fuerza Bruta (6.000 botellas, 19 €) es una garnacha fresca y fragante, nacida en los suelos arenosos y de textura granulosa de la Dehesa de Navayuncosa (Aldea del Fresno, Madrid). Las parcelas, plantadas en los años 60, pertenecen a un empresario madrileño que se las arrienda. Las uvas se fermentan con raspón y reciben una extracción muy ligera para preservar la finura. La crianza —entre ocho y diez meses, según la añada— se realiza en un bocoy de roble de 500 litros y en un tonel de castaño gallego sin tostar de 2.000 litros, adquirido en Asturias, un recipiente tradicional en la elaboración de sidra.
Ronca de Mazalba (800 botellas, 32 €) procede de una hectárea de viñedo de garnacha de 50 años en Méntrida, en el valle del mismo nombre. Plantado sobre suelos de arena y limo con pendiente del 20% y orientación sur, el viñedo se beneficia del frescor de un arroyo cercano, que aporta equilibrio y finura. Hasta la añada 2022 formaba parte del ensamblaje de El Surco, pero a partir de 2023 se embotella por separado debido a su personalidad y definición de fruta. El vino se elabora con raspón y una larga maceración de 60 días, con pisado suave y sumergido manual del sombrero, y se cría durante 10 meses en bocoys usados de 500 litros. El resultado es un vino fresco, crujiente, pleno y de gran finura.
A Pie de Tierra Rancio (37 €) es un homenaje al pasado vinícola de Méntrida. Se elabora con garnacha siguiendo el sistema tradicional de crianza oxidativa en criaderas y soleras. Las madres, conservadas en dos cubas de 500 litros desde al menos los años 30, se refrescan con vino de El Surco. Solo se realiza una saca anual de entre 50 y 100 botellas.
Actualmente tienen en crianza un nuevo vino de parcela llamado Cruce del Collado, aún sin fecha de salida. De perfil austero y estructurado, procede de media hectárea orientada al este-norte en Real de San Vicente (valle del Tiétar), una zona más fresca y lluviosa donde sus anteriores propietarios apenas obtenían producción. Eso no les preocupa: buscaban precisamente un viñedo en una zona menos cálida y con más lluvia.
Por ahora, elaboran sus vinos en un pequeño espacio habilitado en la finca de Navayuncosa, a la espera de acondicionar una casa del abuelo de David en Méntrida, donde podrán trabajar con mayor comodidad. La producción bajo la marca A Pie de Tierra ronda las 20.000 botellas, aunque elaboran también graneles y vinos por encargo, lo que eleva el volumen total a casi 40.000 botellas. La idea es ir reduciendo progresivamente estos trabajos a terceros para centrarse exclusivamente en sus propias parcelas.
Las más vistas
NEWSLETTER
Únete a nuestro grupo de Spanish wine lovers
