Icono de modernidad desde su creación por Fernando Remírez de Ganuza a principios de los noventa, esta bodega parece sentirse cada vez más cómoda con los conceptos clásicos. Cuando la familia Urtasun se hizo con el 100% de la propiedad en 2019, el fundador, lejos de desligarse del proyecto, pasó a centrarse en su pasión, el trabajo en viña, mientras que José Ramón Urtasun se puso al frente de la comercialización y la estrategia.
Tras casi dos décadas trabajando como intermediario en la compra-venta de viñedos, Fernando Remírez acabó utilizando su privilegiado olfato para hacer una selección propia de lo que hoy son ya 80 hectáreas de tempranillo, graciano, viura y malvasía repartidas entre los municipios de Samaniego, Leza, Elciego, San Vicente de la Sonsierra, Laguardia y Ábalos. La elaboración se realiza en el pequeño y pintoresco pueblo de Samaniego (Rioja Alavesa) y la bodega es, en realidad, una conjunción de modernas instalaciones articuladas en torno a un patio pero tan cuidadosamente recubiertas de piedra que parece que llevaran ahí toda la vida.
Nada es convencional en una elaboración llena de artilugios y procedimientos ideados por el propio Fernando Remírez. Desde la sofisticada mesa de selección dividida en tres tramos que acaba con la separación de las puntas y los hombros de los racimos para ser destinados a vinos jóvenes y de crianza respectivamente, pasando por el hecho de que los granos se laven con su propio mosto antes de entrar en depósitos, hasta el uso de una bolsa-globo que se va llenando paulatinamente de agua para ejercer una presión que permite una delicada extracción.
El estilo de los vinos, con uso muy mayoritario del roble francés nuevo en el envejecimiento, es decididamente moderno. La alta edad media del viñedo, la calidad de la materia prima y la extremadamente cuidadosa elaboración pusieron a Remírez de Ganuza en el mapa de los mejores vinos riojanos desde el mismo momento de su salida al mercado a principios de la década de los noventa.
Dentro de una gama que se ha ido ampliado con los años, los grandes iconos son el tinto de maceración carbónica Erre Punto (11 €, unas 30.000 botellas), capaz de llegar a un gran nivel de definición e intensidad frutal; el siempre estructurado Remírez de Ganuza Reserva (45 €, en torno a las 60.000 botellas), que es el tinto central de la casa; y el profundo Trasnocho (65 €, poco más de 10.000 botellas), otra excentricidad basada en la antigua tradición de dejar escurrir el mosto de los racimos durante la noche y que se elabora a partir del último tramo de extracción conseguido por la bolsa-globo diseñada por Fernando Remírez.
Las producciones están totalmente adaptadas a la capacidad productiva de los viñedos propios. Los tintos tienen base de tempranillo, normalmente hasta el 90% con adiciones fundamentalmente de graciano y a menudo hasta un 5% de variedades blancas como se ha hecho tradicionalmente en la región con objeto de fijar el color y aportar acidez.
Otras etiquetas tintas son el entrada de gama Fincas de Ganuza (20 €), el parcelario Viña Coqueta (30 €) y el Remírez de Ganuza Gran Reserva (90 €), la única que ha conseguido 100 puntos de The Wine Advocate en la historia de la casa, y probablemente la de menor producción de la bodega. Hay que decir que se aleja mucho de los parámetros clásicos de esta categoría y sigue la clave de concentración y modernidad características de la firma. Existe un Blanco reserva de corte más clásico (24 €) y la etiqueta destinada a fines benéficos María Remírez de Ganuza, cuyo nombre es un homenaje a la hija fallecida en accidente de tráfico.
Uno de los grandes objetivos actuales de la familia Urtasun es posicionar la marca en el mercado internacional de los vinos finos mediante la venta de cantidades limitadas de añadas viejas.
La bodega puede ser visitada a diario durante la mañana, pero se ha de concertar previamente.