Tricó es el nombre que se emplea en algunas aldeas de Galicia para llamar al hijo tardío que llega bastantes años después que sus hermanos mayores. La bodega arranca en la añada 2007 de la mano de José Antonio López, un gran conocedor de la albariño que estuvo implicado en firmas de referencia de la DO Rías Baixas como Morgadío o Lusco.
Tricó es su apuesta más personal e intimista por elaborar albariños de guarda. Queda patente en unas etiquetas que reproducen los dibujos del cuaderno del colegio de su madre cuando estudiaba en la aldea de Cequeliños (Pontevedra).
Los viñedos de Tricó se ubican en la subzona de Condado do Tea, la más interior de la denominación, muy cerca de la frontera con Portugal. Aquí los suelos son muy pobres (el clásico granito descompuesto con arena en superficie) y se buscan producciones muy moderadas teniendo en cuenta la exuberancia natural de esta región lluviosa y atlántica. En la actualidad se cultivan siete hectáreas de viña repartidas entre Valeixe (A Cañiza) y As Neves en las que predomina la albariño, pero también se encuentran pequeños porcentajes de treixadura.
En Tricó (unas 30.000 botellas, 23 €) se busca una crianza más larga de lo habitual en la DO. Se trabaja en depósitos de acero inoxidable con sus lías durante aproximadamente un año, se embotella hacia julio o agosto y el vino permanece todavía un año más en botella antes de su comercialización.
También se elaboran dos albariños parcelarios de producciones inferiores a 5.000 botellas y precio alrededor de los 27 €. Los nombres hacen referencia a los nietos de José Antonio. Nicolás es fruto de la decisión de embotellar por separado un depósito de albariño de una parcela concreta y grado más elevado de lo habitual. Las sensaciones son más extremas, ya que hay más concentración, volumen y madurez. Claudia presenta un perfil más matizado y con muy buena capacidad de desarrollo en botella.
