Bodega Queirón | Spanish Wine Lover

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BODEGAS

La familia Pérez Cuevas es conocida en el mundo del vino por la creación en 1985 de Bodegas Ontañón y por una alianza estratégica con Mercadona que dura ya más de 30 años y le ha llevado a crecer en paralelo a la cadena líder de supermercados en España. Su tradición vitícola hunde sus raíces en Quel, el municipio de Rioja Oriental situado a orillas de río Cidacos cuyos viñedos se extienden por las faldas de la Sierras de Yerga. Es el lugar elegido para desarrollar Bodegas Queirón, su proyecto más ambicioso que arranca en 2020 y bebe del paisaje y la tradición local.

Las mejores viñas de la familia en Quel (tienen 300 hectáreas en Rioja) y también las más extremas son la base de Queirón. Gabriel Pérez (1947) ejerció durante unos años la profesión de delineante en Bilbao, pero a principios de los años ochenta regresó al pueblo para trabajar con su familia. Con la crisis de ventas de finales de los ochenta, mientras muchos agricultores se decantaban por otros cultivos (la orografía del municipio permite el cultivo del champiñón, la ciruela claudia, la cereza o la vid en las tierras más pobres), él apostó por plantar viña y empezar a embotellar.

También se enamoró de las zonas más altas de la sierra donde cuentan con plantaciones hasta los 800 metros en el paraje de La Pasada (era la zona de paso al siguiente valle), a los pies de Monte Gatún, y en cotas ligeramente inferiores como Andoñal, donde cultivan seis hectáreas de tempranillo y mazuelo. Es una zona muy fresca y aireada con mucha influencia del viento que sopla del oeste. La Pasada se plantó en 1989 con nueve hectáreas de tempranillo -dice la familia que aquí a la garnacha le cuesta madurar. Esta última domina en el paraje de Bartola, a unos 620 metros de altitud, donde se está plantando también garnacha blanca, y en otras viñas de la familia como La Perdida, o El Poeta, hasta las aproximadamente 30 hectáreas que se destinan al proyecto y que también incluyen algo de graciano y tempranillo blanco.

La elaboración se realiza en el antiguo barrio de bodegas del pueblo situado en la margen izquierda del Cidacos aprovechando el suelo de roca arenisca que resulta más moldeable. Las instalaciones, que han mantenido el sistema tradicional de gravedad, se extienden a lo largo de cuatro amplias plantas que permiten trabajar con gran comodidad aunque la bodega está pensada para elaborar 150.000 kilos de uva. Trabajan con un sistema de ovis que les permite hacer délestages y utilizan tinas de madera para la maloláctica. Su particular I+D se concreta en la gama de vinos efímeros Ensayos Capitales que, hasta la fecha, han dado lugar a un graciano sin sulfitos, un tempranillo blanco en tinaja, un tempranillo tinto con asoleo de uvas al estilo de un amarone y un tinto de graciano con intercambio de mostos y hollejos con garnacha y tempranillo durante el proceso de fermentación.

La dirección enológica, tanto de Queirón como Ontañón, está en manos de Rubén Pérez Cuevas, mientras que sus hermanas se reparten la dirección (Raquel), viticultura (Leticia) y la gestión del equipo humano (María).

La gama de vinos se construye en torno a dos etiquetas centrales bajo la marca Queirón Mi Lugar, que toman el nombre de la poesía que el ilustre queleño Bretón de los Herreros dedicó a su pueblo y que tiene incluso una estrofa que habla de vino (Minerva allí sus tesoros, /allí sus delicias Baco, /allí su copia Amaltea /vierte con pródiga mano). El tinto Mi Lugar (30.000 botellas, 23 €) es un tempranillo complementado con alrededor de un 10% de garnacha procedente de cinco parcelas situadas entre los 600 y 700 metros en las faldas de Yerga. El blanco (15.000 botellas, 20 €) que se elabora únicamente con tempranillo blanco, aprovecha la experiencia del segundo Ensayo Capital para dar más entidad a la variedad gracias al trabajo con pieles y al envejecimiento en madera y ánfora de gres.

En la parte alta de la gama está El Arca (menos de 1.000 botellas, 55 €), un tinto profundo y evocador con categoría de Viñedo Singular que procede de una parcela centenaria de menos de una hectárea dominada por la garnacha y situada en la zona norte del pueblo en terrenos más fértiles, pero con rendimientos muy bajos por la edad de las cepas y donde se intenta recuperar las faltas mediante le técnica del acodo o mugrón. La última referencia, Queirón de Gabriel, con categoría de Reserva (30.000 botellas, 34 €) y perfil de vino más concentrado y de guarda, es un homenaje al padre de la actual generación e impulsor del negocio. Se elabora a partir de una combinación de tempranillo de La Pasada y graciano de El Pozo, sujeta a largas maceraciones, 24 meses de crianza en roble nuevo y un largo reposo en botella antes de su puesta en el mercado. Ahora queda pendiente un vino que rinda tributo a su mujer Mari Luz Cuevas.

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