Ingeniero agrónomo de formación, Alejandro Moyano fue gerente de Abadía Retuerta entre 1992 y 1997, justo cuando la finca recuperaba su vocación vitícola bajo la propiedad del grupo Sandoz. Pese a que tras la fusión con Ciba-Geigy que dio origen al gigante Novartis, él continuó en el negocio de las semillas en otros destinos, no quiso desvincularse del mundo del vino y compró una finca de nueve hectáreas en Quintanilla de Arriba, en pleno corazón de la milla de oro de la Ribera, junto a vecinos ilustres como Vega Sicilia o Finca Villacreces.
En 1998 inició la plantación de un viñedo que hoy cubre algo más de siete hectáreas y muy pronto se alió con otros dos socios para crear una bodega que se estrenó en la cosecha 2000 bajo la marca Lynus. Pero su vocación por el cultivo ecológico le pedía ir más allá y en 2012 se anima a crear su propio proyecto familiar bajo el nombre de Valdemonjas inspirándose en el toponímico de Val de las Monjas con el que se designaba la propiedad en algunos mapas.
El trabajo en solitario le permite desarrollar sus inquietudes y traducir los matices de la finca en distintos vinos y coupages. El viñedo, plantado en su totalidad con tempranillo, se extiende entre los 700 y 750 metros en una ladera de exposición norte con áreas de mayor y menor exposición solar y notable diversidad de suelos: hay zonas más arcillosas, otras con alto contenido en caliza, y también presencia de margas y gredas. Se han identificado nueve sectores que vendimian y vinifican por separado y que se han bautizado con los nombres propios de un teatro (palco, gallinero, platea…) haciendo un guiño a la profesión de violinista de la mujer de Alejandro. La viña está certificada en ecológico desde 2012.
Como ocurre con otras bodegas de Valladolid, en Valdemonjas también se complementan con uvas de Burgos. Tienen un viñedo en La Horra, Nogal de la Valera, un carasol a 800 metros sobre arenas y base de arcilla de menos de una hectárea plantado en torno a 1920-1930 y, como adquisiciones más recientes, una hectárea de viñedo viejo repartido en tres majuelos en Quintana del Pidio y otra en Fuentelcésped.
La bodega, pequeña pero coqueta, tiene capacidad para procesar 70.000 kg de uva. Se ha buscado una construcción lo más sostenible posible. Son autónomos al 90-95% en energía solar y en torno al 40-45% en lo que respecta al agua, gracias al diseño inclinado de la cubierta que permite la recogida del agua de lluvia. La nave de barricas, que recupera las bóvedas de cañón habituales en el pasado, conserva la temperatura y humedad sin climatización gracias al uso de materiales tradicionales.
Respecto a los vinos, el tinto joven El Primer Beso (11,25 €, 21.200 botellas) es un entrada de gama fácil y fresco que permite una temperatura de consumo más baja de lo habitual en la zona. Fermenta en acero inoxidable y se cría en hormigón. Más interesante resulta El Patio de Valdemonjas, un tempranillo sin sulfitos añadidos de producción muy limitada que realiza todo el proceso en hormigón y que hasta la cosecha 2021 se ha elaborado solo en formato mágnum (39,95 €). Ofrece una visión sincera y original de la región con abundante fruta madura pero buenas dosis de frescura y juventud. Se elabora con la parte más baja de la finca, de suelos más profundos y mayor insolación.
La madera entra en escena a partir de Entre Palabras (20 €, unas 6.000 botellas, 14 meses en roble), que combina zonas soleadas y umbrías de la parte central de la finca, y continúa con Los Tres Dones (menos de 4.000 botellas, 34 €, 15 meses en madera). Este último es un coupage de las partes más frescas (suelos arcillosos) de Valdemonjas con alrededor de un 20% de uvas de La Horra y resulta en un tinto de fina textura que, pese a su mayor estructura, no pierde frescura. Elaborado solo con uvas de La Horra, el top Abrí las Alas (entre una y tres barricas dependiendo de la añada, 99 €) mantiene la estructura y potencia característica de este municipio, pero con una expresión particularmente fresca y una etiqueta que se sale de los cánones habituales en la zona.
La elaboración se realiza con asesoramiento del enólogo italiano Luca D’Attoma, mientras que en viticultura cuentan con el consejo de Jesús Yuste, profesional de referencia en Castilla y León. La continuidad está asegurada gracias a Alexis Moyano, segunda generación, con dedicación plena al proyecto desde hace unos años. La bodega está abierta a visitas.