La ampliación de la DO Getariako Txakolina a municipios de toda Gipuzkoa en 2007 no solo supuso una oportunidad para personajes inquietos con ganas de aportar valor a sus pueblos; también amplió la diversidad de paisajes y terruños frente a la geografía costera imperante hasta la fecha. Uno de los proyectos que más novedad ha aportado es el iniciado por Luis Javier, “Luisja” Oregi y su mujer Igone Arruti en el pequeño municipio de Beizama, en el corazón más abrupto y montañoso de la provincia.
Situado junto al caserío que han rehabilitado y que es a la vez bodega y vivienda, las dos hectáreas y media de viñedo se precipitan ladera abajo hacia el embalse de Ibai Eder (río hermoso en euskera), que abastece, entre otros, a los municipios tradicionales del txakoli: Getaria, Zarautz y a una parte de Aia. Pero para disfrutar de las espectaculares vistas hay que recorrer antes una endiablada carretera de montaña. Aquí, en un desnivel que va de los 350 a los 450 metros de altitud, se encuentra el que es oficialmente el viñedo más elevado de la DO.
Urkizahar (que quiere decir abedul viejo en euskera) es la apuesta de la pareja por volver al caserío, pero dignificando la vida en el campo. Una decisión clave del proyecto, al enfrentarse a un terreno virgen que se había destinado a huerta y pastos y en el que no se habían utilizado jamás productos químicos, fue trabajar en ecológico.
Con una pluviometría similar a la de la costa, Oribe cree que la influencia de los vientos es decisiva en una orografía tan montañosa como la suya. El viñedo recibe tanto el calor del sur como la influencia del mar, sinónimo de frescura, pero también de humedad con el consiguiente riesgo de enfermedades fúngicas. Manda la hondarrabi zuri, solo interrumpida por 500 cepas de chardonnay. Los rendimientos aquí son ridículos comparados con los de la costa.
El proyecto se estrenó con la cosecha 2012. Las primeras añadas se elaboraron en bodegas de Getaria, donde Luisja tenía que oír constantemente que su vino no parecía txakoli. Por eso decidió atreverse a pedir al sumiller de Arzak que evaluara el producto. Así fue cómo entró en su carta de vinos y después en la de otros restaurantes destacados del País Vasco.
La filosofía de los vinos es muy sencilla. Hace selección en campo, vendimia manual en cajas, despalilla y de la prensa se queda solo con el mosto flor que cae por gravedad. Desde que creó la bodega en casa y empezó a vinificar en ella en la cosecha 2016, realiza fermentaciones espontáneas. Fermenta a baja temperatura en acero inoxidable e intenta que el vino no pierda carbónico. El embotellado lo suele realizar el verano siguiente a la fecha de cosecha.
Urkizahar (14 €) era su única referencia hasta que en la cosecha 2017, la mejor para él hasta la fecha, envejeció una pequeña parte de vino en barrica para elaborar un Edición Limitada (22 €, unas 1.200 botellas). En función de las condiciones de la añada, la producción puede oscilar entre las 6.000 y poco más de 11.000 botellas.