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BODEGAS

Fundada por José María Toro Albalá, es una de las bodegas que abandera la calidad en la denominación Montilla-Moriles, sobre todo en la elaboración de vinos dulces de añada hechos con pedro ximénez, la variedad reina de la zona.

El germen de Toro Albalá se remonta a 1894 cuando la familia trabajaba una finca con lagar llamada La Noria, cerca del castillo de Aguilar de la Frontera. La bodega propiamente dicha se fundó en 1922 en las instalaciones de una central eléctrica abandonada que en su día dio luz a los pueblos de alrededor de esta localidad cordobesa. Hoy en día, la antigua subestación sigue siendo la sede central de Toro Albalá aunque la firma también cuenta con una bodega en Moriles Altos en la que almacena unas 1.000 botas de vino y 2.000 de vinagre, producto en el que también está especializada esta casa.

Desde los años 60, la bodega es propiedad del químico y enólogo Antonio Sánchez, sobrino del fundador. Formado en Burdeos, Sánchez no sólo buscó dar un giro hacia la calidad en los vinos de Montilla-Moriles sino que potenció la exportación de sus vinos y se especializó en los vinos de añada. Con el mismo carácter perfeccionista y creativo del que siempre ha hecho gala, el octogenario Sánchez ha dejado el día a día en manos de su yerno Paco Muñoz, pero continúa supervisando todas las decisiones que se toman en la casa.

Los vinos de Toro Albalá se elaboran con uvas pedro ximénez cultivadas principalmente en Aguilar, Montalbán y Moriles Altos, una de las dos zonas de calidad superior de la denominación. Aunque el tatarabuelo de Sánchez plantó mucha viña, la familia se ha despojado de casi todo hoy en día prefiriendo comprar de viticultores de la zona con los que tiene acuerdos a largo plazo.

La gama de Toro Albalá comienza con el Dos Claveles (40.000 botellas, 7,50 €), un vino blanco sin crianza aromático, afrutado y ligeramente dulce. Su fino más tradicional y conocido es el Eléctrico en Rama (15.000 botellas, 9,90 €) llamado así por las bromas que hacían los lugareños al estar la bodega en la antigua estación eléctrica y que también se vende en una original botella en forma de bombilla (5.000 botellas, 14 €).

La gama Poley, que se vende en botellas de 50 cl, comienza con Fino del Lagar en Rama (2.000 botellas, 9,90 € 50 cl) con aromas punzantes y una edad media mínima de 10 años y Fino Pasado en Rama 15 Años (1.000 botellas). Todos ellos se elaboran por el método tradicional de criaderas y soleras y sin encabezar. De la solera fundacional sale el Amontillado Poley en Rama 35 Años (2.500 botellas, 44 €) con unos 10 años bajo el velo de flor y unos 25 de crianza estática. La gama se completa con el Oloroso 15 Años (2.000 botellas, 10,5 €), el Cream 10 Años (3.000 botellas, 11 €), el intenso y elegante Palo Cortado 25 Años (2.500 botellas, 14.50 €) y Poley Pedro Ximénez. Marqués de Poley es la marca bajo la que se engloban los vinos de añadas de producción más reducida y exclusiva.

Don PX son los vinos dulces de Toro Albalá, la especialidad de la casa. Don P.X. Cosecha (50.000 botellas, 17 €) es un vino joven sin crianza en madera. Se elabora con uvas asoleadas durante 15 ó 20 días tras la vendimia y posteriormente se encabeza con alcohol rectificado. Don PX sale al mercado después de dos años en tanques de acero inoxidable y a pesar de tener 450g/l de azúcar es un vino fresco y con notas de higos y cítricos que lo hacen atractivo y fácil de beber. Le siguen el Gran Reserva de añada, vinos de gran complejidad y con una crianza oxidativa de un mínimo de 25 años en botas de roble americano (32 €).

Bajo el nombre Convento Selección, Toro Albalá embotella series limitadas de vinos viejos de añada como el 1946, que obtuvo 100 puntos Parker. Esa cosecha es difícil de encontrar pero para quien busque rarezas históricas todavía se pueden encontrar otras como la 1931 (290 €) o la 1968 (173 €). Todo el embotellado y etiquetado de estos vinos se realiza de forma manual por varias personas dedicadas a lacrar, escribir a mano cada una de las etiquetas (que son láminas de roble barnizadas) y envolver primorosamente cada botella. Todos estos vinos especiales también están disponibles en pequeñas botellas de 20cl para quienes no puedan permitirse adquirir las botellas grandes.

Antonio Sánchez, gran aficionado a la arqueología y al coleccionismo, ha ido atesorando centenares de objetos relacionados con el vino durante su vida, que ahora están expuestos en una sala museo dentro de las instalaciones de la bodega y que está abierta al público.

También destaca la colección de libros de vino que se exhibe en el antiguo lagar de la bodega, entre los que está el original de Rojas Clemente. Rosario Sánchez, hija de Antonio y encargada de enoturismo, lleva un tiempo digitalizando los más de 3.600 libros de la colección para crear una base de datos con los índices que colgarán en su nueva página web. Su idea es que cualquier aficionado interesado en leer alguno de sus contenidos se pueda poner en contacto con la bodega para recibir una copia digitalizada del texto pagando únicamente los derechos de autor.

Toro Albalá está abierta al enoturismo y organiza varios tipos de visitas a la bodega y al museo arqueológico.

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