Nacida en Allariz (Ourense), Laura Lorenzo llegó al valle del Bibei en 2004. Con sus características laderas empinadas y de vértigo, la vertiente del río que pertenece a Ribeira Sacra (la otra orilla forma parte de Valdeorras) es una de las zonas más despobladas y recónditas de Galicia, donde la viña apenas se mantuvo para el autoconsumo. El primer proyecto serio que apostó por esta región fue Dominio do Bibei, donde Lorenzo trabajó como enóloga hasta 2012 y que ella considera su gran escuela.
El vínculo que desarrolló con la región durante ese periodo le llevó a quedarse y a crear su propio proyecto en 2014. Todas sus etiquetas se comercializan sin indicación geográfica.
La elaboración se realiza en un edificio cuidadosamente rehabilitado en el centro de Manzaneda con el encanto de combinar distintos tipos de recipientes (tinos, barricas, ánforas) en un espacio bien reducido.
La producción de Daterra Viticultores en 2019 llegará a las 33.000 botellas. Las uvas proceden de 4,5 hectáreas cultivadas en distintas laderas del concello de Manzaneda (San Martiño, Soutipedre y Cesuris), más una hectárea al otro lado del río en Valdeorras que se destina al vino Casas de Enriba, un coupage de mencía y godello que se comercializa en España en el entorno de los 14 €. En la cosecha 2015 se perdió casi toda la producción por el granizo, así que elaboraron un vino con uvas compradas en Amandi que bautizaron como Portela da Vento y que ahora se ha convertido en una línea de entrada de gama que mezcla uvas de Amandi y el Bibei e incluye un blanco, un tinto (unas 6.000 botellas, 14 € en España) y un rosado de menos de 1.000 botellas exclusivo para su importador en Estados Unidos José Pastor.
El corazón del proyecto, sin embargo, son los vinos de Manzaneda. En blancos, la etiqueta central es Erea de Vila (18 € en España, unas 1.300 botellas), que aglutina viñas de todas las laderas y combina godello, dona blanca y otras uvas minoritarias como la colgadeira. Las uvas despalilladas fermentan con las pieles en barrica y se crían entre 11 y 12 meses en ánforas revestidas de cera. Los Gavela que se elaboran con viñas viejas de palomino, siguen un concepto similar de elaboración pero se distinguen por los suelos: granito trabajado en cubas de castaño en el caso del Gavela da Vila (16 €, 2.123 botellas la cosecha 2017) y esquistos y pizarra de Soutipedre con ánfora para el más mineral Gavela do Pobo (15 €, 1.280 botellas en 2017).
Elabora también entre dos y cinco tintos en función de las añadas. Las dos etiquetas centrales son Azos de Vila (18 €, unas 4.500 botellas) y Azos do Pobo (1.296 botellas en 2017, 23 €). El primero es un vino herbal y atlántico que se elabora a partir de un coupage de todas sus viñas aunque con más representación de suelos de granito. El cuerpo central (60%) es mencía, mouratón y sousón y el resto tintorera, gran negro y otras variedades desconocidas. Más profundo y maduro, Azos do Pobo viene solo de las laderas de Soutipedre donde manda la pizarra. El resto de tintos son expresiones concretas de parajes y variedades con producciones muy reducidas de apenas unos centenares de botellas. Es el caso de los dos Azos de Paraxe de Val de Rodrigo que elaboró en 2017 (ambos en el entorno de los 22 €) también con uvas de Soutipedre: una mencía fresca y sabrosa, y una tintorera oscura y animal.
Laura también ha empezado a trabajar con uvas de Fermoselle (Arribes) dentro de su nueva gama Camino de la Frontera. Le resulta fácil interpretar las uvas de allí que también se cultivan en el Bibei como la juan garcía (mouratón en Galicia). El tinto (15 € algo más de 3.000 botellas) es profundo y terroso, pero sin la rusticidad que aparece a menudo en la zona. En 2018 elaboró un rosado a partir de un sangrado del vino anterior y tiene también un blanco sápido y mineral de menos de 1.000 botellas y unos 13 € que elabora con malvasía (dona blanca), verdejo y puesta en cruz.