En casa de Manuel Moldes, siempre se había hecho vino para consumo propio pero en 2009 Chicho, que es como le llama todo el mundo, decidió llevar su pasión y hobby algo más allá y lanzó Bodegas Fulcro, un proyecto de garaje (literalmente) centrado en elaborar vinos frescos de terruño del valle del Salnés. Mantiene un perfil bajo y apenas elabora 30.000 botellas —prefiere crecer ordenadamente y hacer solo vinos que le gustan— pero es sin duda uno de los nombres a tener en cuenta en la zona.
Ayudado en sus inicios por Rodri Méndez (Forjas del Salnés), Moldes tiene en el mercado dos tintos y tres albariños en sus pequeños viñedos cercanos al mar en los alrededores de Meaño y Sanxenxo.
A Pedreira (17.000 botellas, 11,90 €) es su vino principal. Nace de un viñedo de 37 años de edad del mismo nombre con suelos de granito con abundante cuarzo y mica y de otras dos parcelas en las inmediaciones de A Pedreira en las que desde hace siete años no trabajan el suelo. Fermentado con levaduras autóctonas en acero inoxidable y un 25-30% en barricas usadas (en la añada 2019 lleva casi un 45% de madera) este albariño 100% no hace maloláctica y se mantiene con sus lías durante cinco meses consiguiendo un excelente equilibrio entre acidez y textura envolvente.
Fulcro (4.000 botellas, 16,90 €) proviene de un viñedo de entre 45 y 67 años llamado A Xesteira, a 50 metros de una antigua mina de estaño, con suelos de xisto (pizarra roja muy descompuesta). Este 100% albariño fermenta con sus levaduras autóctonas y envejece en barricas usadas de 500 y 700 litros durante 10 -12 meses. Al no realizar maloláctica, es un vino con una acidez marcada y una textura crujiente equilibrada por un paladar profundo y con volumen.
Con Pescuda (5.000 botellas, 10,90 €), su vino más económico y una especie de I+D para su proyecto, Moldes da rienda suelta a sus inquietudes de trabajar con diferentes suelos y barricas. Para elaborar este vino, que está fuera de la DO Rías Baixas, Moldes mezcla la fermentación y crianza en acero inoxidable (40%) y barrica nueva para pulirla para sus otros vinos (60%, entre cuatro y seis meses, en función de la añada). Como en el resto de los blancos, no hace maloláctica buscando una expresión más afilada y fresca de la albariño consiguiendo una gama de blancos que evolucionan notablemente en botella.
Moldes lleva tres añadas (la actual es 2016) elaborando su tinto A Pescuda (1.300 botellas, 12,25 €) de viñedos viejos con suelos arcillosos y arenosos y algo de pizarra en el Bierzo. Es un vino fresco y con buena intensidad aromática que mezcla mencía de Valtuille de Abajo y alicante bouschet de Corullón y las fermenta y cría en acero y barrica.
En la añada 2015 decidió probar suerte y hacer uno en su tierra. Aunque no salió al mercado hasta la añada 2016, Aliaxe (1.800 botellas, 21,90 €), es una mezcla de 60% caiño, 20% espadeiro y 20% loureiro y se cría durante 12 meses en dos barricas usadas de roble francés de 300 litros. Desde la añada 2017, el vino está dentro de la DO (en 2016, al quedarse fuera, Moldes llamó al vino Aliaxe Furtivo).
Su tinto de más reciente creación y que llegará al mercado en breve es el floral y delicadísimo Aliaxe Fabaiños, del que guarda dos añadas en bodega (2017 y 2018). Es un monovarietal de espadeiro proveniente de un viñedo de más de 200 años y con una producción limitada a 300 botellas. La elaboración es la misma que para Aliaxe pero Moldes destaca la “finura” de la variedad, más notable aún debido a la edad de las cepas. Juega con la extracción (32 días en la añada 2019) para conseguir longevidad pero cuidando el nivel de volátil. Moldes está utilizando este clon de espadeiro para plantar otras viñas como A Xesteira.
Junto a sus amigos Rodri Méndez y Raúl Pérez, Moldes está trabajando en una colección de tres albariños que verán la luz en un futuro cercano. Los tres nacen de un viñedo muy especial en Arras, una zona en la parte alta de Portonovo con suelos de arcilla protegidos por una capa de dos metros de arena y viñas viejas. El de Moldes, que se llamará Nas Dunas y fermenta en una sola barrica de roble fránces durante 12 meses, tiene una elegancia armoniosa, frescura y volumen. Como el resto de sus blancos, no hace maloláctica.
Otra viña de la que ha empezado a hacerse cargo en los últimos años es una parcela de albariño con suelos de arcilla, mica y algo de granito degradado en Góndar, a pocos kilómetros de la bodega. Aunque el vino de la añada 2017 estaba “espectacular”, según Moldes, como había poco se mezcló en Pescuda, pero en un futuro saldrá como A Cesteira. La añada 2019, todavía en bodega y criando en inoxidable y madera usada, es envolvente y con gran volumen y con la acidez siempre presente. Saldrán unas 800 botellas, pero tiene margen de crecimiento hasta 4.000 botellas.