Mayetería Sanluqueña es el nombre que engloba a un grupo de viticultores de Sanlúcar quienes, con la ayuda desinteresada de Ramiro Ibáñez, se unieron en un proyecto que pretende mantener el patrimonio de viñas viejas en la zona y elaborar vinos de calidad con las uvas de palomino que ellos mismos cultivan.
El proyecto conjunto nació en la añada 2016 con tres mayetos, Rafael Rodríguez, José Manuel Harana y Antonio Bernal, y cuatro vinos blancos bajo la marca Corta y Raspa. Todos los integrantes del colectivo cumplen una serie de requisitos que incluyen el mantenimiento de los viñedos viejos, vendimia manual, uso mínimo de tratamientos, una producción que no supere los 7.000 kg/ha y fermentación espontánea en bota con levaduras autóctonas. El objetivo es mantener un perfil artesanal y que el trabajo de los mayetos en el campo se refleje en sus propias botellas.
Las etiquetas de los vinos Corta y Raspa, diseñadas también de forma altruista por El Gatonauta, llevan el nombre del mayeto que produce el vino, el nombre del pago y la viña y la cantidad de botellas que elaboran, que oscilan entre 600 y 1500 unidades y se venden a unos 11,50 € cada una. Las etiquetas alternan el color blanco (añadas pares) y el rojo (añadas impares). En la contra también se explica qué tipo de suelo hay en la viña y se destaca con orgullo la generación de mayetos a la que pertenecen en su familia.
Rafael Rodríguez “Rafa”, el más joven de los tres y aparejador de profesión, elabora dos de los Corta y Raspa. Pertenece a la tercera generación de una familia de mayetos que cuenta con una finca en el norte de Añina, un pago cercano a Jerez pero que tradicionalmente lo han trabajado muchos viticultores y bodegas de Sanlúcar. Aunque la finca está mecanizada, en 2016 Rafa reservó una pequeña parte de cepas viejas de las viñas Las 40 y Morla para su proyecto con la Mayetería Sanluqueña. Desde la añada 2017, Morla ha sido reemplazada por otra parcela llamada Casabón, en la que, comen la viña Las 40, predominan los suelos de albariza de tosca cerrada, el más extendido en el Marco. En ambos casos, la producción es de 600 botellas. Además ser miembro de Mayetería, Rafa ha lanzado recientemente un proyecto en solitario de vinos blancos llamado Barrialto.
José Manuel Harana “Manu” es el responsable de Corta y Raspa La Atalaya (600 botellas, 11,50 €). Proveniente de la viña sanluqueña de ese nombre, desde la que se divisa el Guadalquivir, La Atalaya está a 56 metros de altitud sobre suelos de albariza de lentejuelas (rocas blandas con alto contenido de diatomeas) y tiene una influencia marítima directa que le aporta frescor y mineralidad. Con sus 11% de alcohol, es el más ligero de los cuatro vinos. Desde la añada 2018, Harana, que se gana la vida trabajando para la bodega Williams & Humbert en Jerez, elabora otro Corta y Raspa con una pequeña parte de las uvas de la viña Charruado, cinco aranzadas en albariza de tosca cerrada dentro del pago El Cuadradillo, que su padre vende a la cooperativa.
Antonio Bernal, el mayor de los tres, pertenece a una familia que lleva cuatro generaciones en el pago de Maína, al oeste de Sanlúcar, donde su padre fue durante muchos años capataz de gran parte de las viñas de este pago de interior que da vinos con sapidez y potencia. Su viñedo, de 30 años, está plantado en albariza de barajuelas y allí produce La Charanga (1.500 botellas).
Todos los vinos de Corta y Raspa se venden al mismo precio, unos 11,50 € en España y según proveedores y salen al mercado sin denominación de origen.
Desde la añada 2018, Mayetería Sanluqueña cuenta con un nuevo miembro. Daniel Rodríguez, perito agrícola de día y viñador de tarde, elabora Corta y Raspa Esbaratao, proveniente de media aranzada plantada en 1941 en el pago de Miraflores Baja.