Situada en Labastida (Rioja Alavesa), Bodegas Tierra es un proyecto familiar encabezado por Carlos Fernández junto a sus hermanos Fidel (enólogo de Luis Cañas) y Raúl. Su abuelo fue uno de los fundadores de la cooperativa del pueblo en 1964, pero su padre se salió para elaborar por su cuenta. Llegado de Casalarreina, al abuelo no le quedó más remedio que comprar algunas de las tierras más pobres del lugar porque eran las únicas que se podía costear. Hoy a Carlos le encanta llevar a las visitas al campo porque “si de algo podemos presumir, es de viñas”, señala con orgullo.
Tienen 24 hectáreas en propiedad más otras 20 arrendadas repartidas por distintos lugares de este amplio término municipal que se extiende desde la orilla del Ebro hasta las faldas del monte Toloño. Esto les ha permitido ser una de las primeras bodegas en acogerse a la categoría de vinos de pueblo.
Aunque no están certificados en ecológico, definen su filosofía en viña como una “agricultura limpia” de mínima intervención y hasta tienen una parcela, Castrijo, destinada al blanco Tierra Fidel, que trabajan en biodinámica y en la que han conseguido un mejor equilibrio para sus uvas. La gran joya es el pago de Cubanegra plantado en 1910. Con esquejes de esta viña han realizado una selección masal y un campo de madres para reponer las faltas: una enorme inversión solo para evitar el arranque de estas viñas centenarias. Sus dos valles favoritos, sin embargo, son Las Callejas y el Barranco del Oso, situados en zonas más altas. Según Carlos, en los viñedos que van desde el pueblo al río domina el clima mediterráneo, mientras que en los que van del pueblo hacia la sierra la influencia es atlántica.
Tierra produce unas 200.000 botellas en sus pintorescas instalaciones del antiguo barrio judío de Labastida al que se accede por un par de empinadas cuestas y donde se entremezclan tinos, huevos de cemento, foudres y barricas de diferentes tamaños. La bodega está formada por un grupo de cuatro casas erigido sobre un entramado de cuevas que datan de entre 1400 y 1500. El patio trasero tiene unas fantásticas vistas al Toloño y en él se siente la influencia gélida de la montaña.
Los vinos que se han criado en barrica pasan normalmente un par de meses en cemento antes del embotellado. La gama de vinos es amplia y con etiquetas algo dispares en lo que respecta al diseño. Parten del clásico maceración carbónica de cosechero que se comercializa con el nombre Fernández Gómez, los apellidos familiares, y un tempranillo con cuatro meses en barrica que se llama El Primavera. La marca principal, Tierra, arranca con un blanco multivarietal con breve paso por barrica y un crianza de tempranillo (unos 11 €) que es el buque insignia de la bodega. Todos los vinos anteriores están acogidos a la categoría de vino de municipio desde la cosecha 2017.
La gama alta incluye distintas etiquetas con producciones que van poco más allá de las 1.000 botellas bajo las marcas Tierra Fidel (unos 32 €) y El Belisario (43 €), el top de la bodega que se elabora con el viejo viñedo del pago de Cubanegra y que aspira a ser viñedo singular. Tierra Fidel Tinto, otro candidato a vino de municipio, es una original combinación de graciano y garnacha al 50%, mientras que el Tierra Fidel Blanco es un ensamblaje multivarietal de la parcela que trabajan en biodinámica en la que domina (toda una rareza) la cariñena blanca, y que también va para viñedo singular.
Los blancos tienen un papel bastante destacado en Tierra aunque no representen más del 15% de la producción. Otro muy curioso es La Abuela Visi (unos 27 €), una combinación de malvasía y viura que rinde homenaje a una de las mujeres de la familia.
Exeo es un segundo proyecto particularmente interesante que se elabora en las mismas instalaciones. De dimensiones más pequeñas (unas 40.000 botellas), está centrado en las garnachas y es fruto de la colaboración de Carlos con Francisco Astudillo, un salmantino afincado en Estados Unidos que pasó por varios restaurantes de ese país incluida una época con José Andrés hasta montar su propia importadora de vinos.
La gama arranca con Letras Minúsculas (unas 20.000 botellas, 11 €), un coupage de tempranillo, garnacha y graciano, pero las estrellas son las garnachas que se comercializan con la marca Cifras, se trabajan exclusivamente en huevos de cemento y se comercializan en el entorno de los 18 €. Existe una versión tinta de fina textura (unas 9.000 botellas) y una blanca cremosa, elegante y con volumen de la que se elaboran algo menos de 4.000 botellas.