Tras su experiencia en la zona malagueña de la Axarquía con su hermano, el elaborador e importador de vinos en Estados Unidos Jorge Ordóñez, Victoria Ordóñez ha buscado nuevos horizontes para su nuevo proyecto en solitario explorando la región histórica de los Montes de Málaga, donde se elaboraban los famosos mountain wines que se exportaban desde el puerto de Málaga y cuya producción se abandonó después de la filoxera. Según Victoria, el estilo dominante de entonces que ella está intentando recuperar es el de blancos secos elaborados con la variedad pedro ximénez.
Hoy los Montes de Málaga es una zona de viñedo residual pero muy tradicional (las viñas reciben el nombre de las familias que las han cultivado durante generaciones). Son en su mayoría pequeñas parcelas en vaso rodeadas de bosques y cultivadas en laderas de vértigo a altitudes que van de los 800 a los 1.000 metros; un paisaje que se enmarca en la llamada viticultura heroica. Victoria Ordóñez cuenta con siete hectáreas propias de pedro ximénez y algunas variedades tintas y compra uvas a una treintena de viticultores que suman en torno a 40 hectáreas. También trabaja algo de moscatel de la zona de la Alta Axarquía en el entorno del parque natural de Sierra Tejeda.
Frente a la pizarra dominante en la Axarquía, Ordóñez remarca la complejidad de los suelos de los Montes de Málaga donde además de pizarras se encuentran calizas, areniscas, sílice o intrusiones de magma.
La bodega, situada en la propia ciudad de Málaga, muy cerca del aeropuerto, procesa 60.000 kilos de uva al año. El proyecto se estrenó en la cosecha 2015 con La Ola del Melillero (30.000 botellas, 14,5 €), un blanco seco con mayoría de pedro ximénez de los Montes de Málaga que domina una nariz seria de fruta blanca y una pequeña proporción de moscatel de la Axarquía que aporta frescura y notas auvadas en el paladar. El nombre del vino alude a la subida repentina del mar por el paso del buque que realiza la ruta marítima Málaga-Melilla y la deliciosa etiqueta muestra a una bañista del siglo XIX sorprendida por la ola.
Desde la cosecha 2016 se elaboran dos blancos secos de gama alta con producciones de entre 3.000 y 4.000 botellas y precio de venta al público en el entorno de los 30 €. Monticara es un moscatel de la Axarquía que macera con racimo entero, utiliza solo el mosto flor y fermenta y se cría en madera nueva 10 meses. La elaboración aporta seriedad y consistencia al carácter floral y auvado de la variedad sin que la barrica pese en absoluto. En línea con las cuidadas presentaciones del proyecto, la etiqueta reproduce el paisaje que se divisa al ascender a los viñedos a partir de un grabado del siglo XIX. La inscripción “viñas sobre lomos de elefantes” alude a los cumbres redondeadas de los montes de la Axarquía separados por profundos barrancos.
Elaborado con pedro ximénez, Voladeros recupera el espíritu de los mountain wines históricos de Málaga. La elaboración es la misma que en el caso de Monticara pero con madera usada. La combinación de acidez y volumen es realmente notable en un vino de gran recorrido con finas notas anisadas y toques cremosos que promete un buen desarrollo en botella. Voladeros es el nombre popular que se da en Málaga a los precipicios y cortados que abundan en sus montes. La etiqueta reproduce un grabado de 1800 que representa la bahía de Málaga con sus montes al fondo.
El toque moderno viene del espumoso rosado Las Olas del Melillero (15 €) elaborado con pedro ximénez, petit verdot, syrah y tempranillo, y del tinto Martí-Aguilar 2016 que combina petit verdot, syrah y tempranillo. Además, Victoria Ordóñez elabora un verdejo “a su gusto” bajo la marca La Pasajera para su distribuidora de Málaga.