Cosmic Vinyaters Empordà Bodega | Spanish Wine Lover

Pasión por el vino español

BODEGAS

Salvador Batlle llegó en 2013 desde el Penedès con la idea de emprender su propio camino en el Empordà. Podía haber optado por la continuidad en su pueblo natal, donde su familia cultiva 22 hectáreas de viña que vende a las grandes bodegas de la zona, pero la inquietud por emprender su propio camino y “completar el círculo” le llevaron primero a Nueva Zelanda y finalmente a Agullana, un pequeño pueblo en el Alt Empordà a 15 minutos en coche de La Junquera. Allí creó Còsmic Vinyaters, donde hace vinos con nombres como Libertad o Valentía, que son algunos de los valores que le inspiran.

“Yo no elegí el Empordà; el Empordà me eligió a mí,” asegura Salva desde la pequeña bodega con vivienda que compró en Agullana. Cuando los lugareños se enteraron de que había un chico nuevo en el pueblo que quería hacer vino fueron a ofrecerle un par de viñas viejas -de las pocas que hay en la zona- y de allí surgió su enamoramiento con la cariñena.

La primera viña que alquiló está en Agullana, a 300 metros de altitud y a unos 20 km en línea recta del Mediterráneo. En ella hay cariñena blanca, una uva autóctona que necesita suelos pobres sin arcilla ni humedad y que es una de las grandes bazas de Cosmic. “Es una variedad fresca, con mucha acidez y estructura pero siempre ha estado maltratada. Lleva 300-400 años en esta zona pero no está reconocida por la Unión Europea ni se sabe cuántas hectáreas hay plantadas”, asegura Salva, al tiempo que indica que las variedades internacionales sí están plenamente aceptadas en la zona. Esa es la razón por la que Valentía, el vino que elabora con cariñena blanca de viñas de 60 años, esté fuera de la DO Empordà.

Desde que llegó a estas tierras, Salva ha centrado sus energías en varias tareas: reinjertar con variedades locales las internacionales que se plantaron a partir de los 80, hacer nuevas plantaciones, principalmente de cariñena blanca, y recuperar viñas viejas abandonadas para preservar la identidad de la región. “Si en 20 años nadie planta más cariñena blanca, esta variedad se perderá”, asegura.

Salva, que da mucha importancia a lo espiritual, tiene puestas muchas esperanzas en sus nuevas viñas en La Vajol, un pueblo al norte de Agullana con viñas a 600 metros de altitud, las más altas del Empordà. Allí ha plantado variedades como cariñena blanca y gris, que hunden sus raíces en suelos de granito que, según Salva, dan a los vinos una expresión afilada y pura.

En esta zona de influencia mediterránea, con el Canigó (2.800 metros) como punto de referencia climatológico y geográfico de los Pirineos, el viento frío de la tramontana es un gran aliado para Salva, que trabaja sus 6,5 hectáreas de viñedo en ecológico y siguiendo preceptos biodinámicos aunque rechaza la etiqueta de natural.

En su pequeña bodega, en cuya entrada reposa la estatua de un pequeño Buda, Salva fermenta una pequeña parte de sus vinos en madera y depósitos de acero inoxidable pero el recipiente de fermentación que más le gusta son las ánforas de barro porque, dice, le aportan una buena micro-oxigenación, es un material que no transmite aromas y da mucha elegancia.

Son siete los vinos que de momento tiene en su gama del Empordà, en los que busca frescor y tensión, y que nombra en función de los sentimientos que le transmiten al hacerlos. Su monovarietal de garnacha gris, una variedad sensible a la oxidación y que Salva macera con pieles durante unos días, se llama Confiança (1.300 botellas, 16,40 €). Fue la primera vinificación natural que hizo sabiendo lo que quería. A esta variedad con notas cítricas y buena acidez Salva le augura un gran futuro en el Empordà y no descarta hacer un vino dulce con ella.

Otros vinos en su gama son Valentía (cariñena blanca, 2.400 botellas, 17,35 €), Paciencia (espumoso ancestral también de cariñena blanca que degüella en diciembre, 800 botellas, 32,50 €), Llibertat (monovarietal de cariñena tinta, 4.400 botellas, 16 €) y Essencia (700 botellas, 34 € la botella de 37,5cl), su vino dulce de cariñena blanca que Salva define como “una combinación de extremos de azúcar y ácidos, un equilibrio de desequilibrios”.

Los últimos en incorporarse a la familia Còsmic son Les Fades del Granit (940 botellas, 24 €), un espumoso ancestral de garnacha gris fermentado en ánforas y Encarinyades (1.700 botellas, 18 €), que mezcla las tres cariñenas de una misma parcela: blanca (80%), tinta (15%) y la muy minoritaria gris (5%). El vino, que mezcla la juventud de la blanca, la experiencia de la tinta y la complejidad de la gris, se fermenta con las tres variedades ensambladas en ánfora y barricas de castaño; la tinta se macera con pieles y raspón para conseguir más profundidad.

Aunque se siente plenamente a gusto trabajando y viviendo en el Empordà, Salva no ha perdido el contacto con sus orígenes. De hecho sigue elaborando vinos, principalmente con variedades internacionales, en cuatro hectáreas de viña propia que tiene dentro de las fincas familiares en el Penedès más algo de macabeo de 80 años que compra a un amigo viticultor.

Las uvas que vendimia -siempre a mano- las lleva en su furgoneta a la bodega de Agullana para vinificarlas, de ahí que los vinos no tengan denominación de origen. Con estos racimos nómadas elabora cinco vinos: Gratitud Sauvignon Blanc (6.000 botellas, 14,40 €), “el vino que ha generado economía en casa”, proviene de una parcela a 600m en la Serra de Montmell y se fermenta en acero inoxidable, barrica y ánfora; Gratitud Cabernet Franc (3.000 botellas, 14,40 €), un vino frágil y fresco criado en ánfora y barrica; Passió Marselan (2.000 botellas, 18) una variedad nacida de un cruce entre cabernet sauvignon y garnacha y plantada por Salva en Montmell que hace de puente de sus orígenes hacia el Empordà, Via Fora Macabeo (1.000 botellas, 13,50 €), fermentado con hollejos y Via Fora Sumoll (1.270 botellas, 16,40 €) que “homenajean a lo autóctono y son vinos de supervivencia y alegría”.

Año a año, Salva ve como su proyecto florece. Hace poco ha estrenado una nueva nave junto a la bodega que le ha liberado de las estrecheces para trabajar y le ha permitido aumentar su producción de 17.000 botellas en 2016 a 24.000 en 2017. Ahora está ilusionado con Consciencia, su nuevo vino (2018 será la primera añada) de cariñena gris que nace en los suelos de granito de La Vajol.

ARTICULOS RELACIONADOS

El calor y el fuego abrasan viñedos en comarcas de Cataluña y Madrid
#YoMeQuedoenCasa: ¿Qué vinos están bebiendo los wine lovers?