Bodega fundada oficialmente en 1991 sobre la base de una propiedad agrícola en la que consta la existencia de una bodega construida por los franceses en 1870. Los propietarios, la familia Vicente, han sabido sacarle el máximo partido a unas cepas que sufren un calor extremo en un cultivo 100% de secano.
La finca, que se extiende por las faldas de la Sierra del Molar hasta alcanzar los 760 metros, tiene una superficie de 405 hectáreas, de las que 170 están ocupadas por la viña. El resto se destina al cultivo de almendros y olivos, o es monte y pinar.
En los últimos años y bajo la dirección de José María Vicente se ha dado un giro importante al viñedo, deshaciéndose de las cepas de tempranillo y cabernet que en la década de 1990 se vislumbraban como imprescindibles “uvas mejorantes”, para centrarse exclusivamente en variedades mediterráneas de ciclo largo que puedan vendimiarse entre septiembre y octubre. El objetivo es también ganar fluidez y frescura en los vinos.
La monastrell representa más del 80% de viñedo, seguida de la garnacha (12%), una variedad de escasa implantación en Jumilla pero que se adapta muy bien al clima y las condiciones del terreno, y la syrah (8%). Los suelos tienen un perfil calizo y/o arenoso, con gran acumulación de grava a medida que se gana altitud. En las nuevas plantaciones se trabaja con densidades más altas, en torno a las 3.000 cepas por hectárea frente a las aproximadamente 1.600 cepas en el cultivo tradicional, aunque los rendimientos finales por hectárea son similares; lo que se busca ahora son menores rendimientos por planta.
A excepción del Casa Castillo Monastrell, los vinos fermentan en depósitos de piedra revestidos de hormigón con porcentajes variables de raspón en función de las características de la añada. Para el envejecimiento se emplean foudres y barricas grandes de 500 litros que pueden llegar a mantenerse más allá de un sexto uso.
La gama de vinos arranca con Casa Castillo Monastrell (unos 7-8 €), un monovarietal con unos 8-9 meses de barrica que se elabora con los viñedos del valle y supone el 50% de la producción. Desde la cosecha 2015 se han desligado las viñas más viejas (de más de 30 años) del Monastrell de entrada de gama para el Casa Castillo Vino de Finca (12 €), cuya producción debería ir aumentando progresivamente en el futuro. Dejando de lado la monastrell, se producen dos tintos monovarietales: El Molar, una garnacha fragante y fluida (unas 40.000 botellas, 14 €) y Valtosca (30.000 botellas, 18 €), un tinto de syrah más potente con notas de mermelada, fruta negra y notable estructura.
Los vinos de pago deben considerarse entre lo más destacado de Jumilla y entre los grandes vinos de terruño españoles. Las Gravas (23 €, alrededor de 30.000 botellas) procede de la parcela más pedregosa de la finca situada a gran altitud y en una ladera de exposición norte. El coupage ha cambiado desde que se estrenara en el mercado en la cosecha 1998 para dejar atrás las variedades foráneas (primero cabernet, luego syrah) y convertirse en una monastrell con algo de garnacha. Ofrece aromas muy balsámicos (monte bajo) y evocadores, con cierta rusticidad en su textura, pero una expresión y mineralidad arrolladoras. En 2015 se elaboró por separado la parcela más alta de la finca de la que saldrá un vino de nombre Nemesio como homenaje al padre del actual propietario y que solo se elaborará en los mejores años.
Casa Castillo Pie Franco (unos 47 €, entre 5.500 y 6.500 botellas) es una deliciosa rareza, procedente de una parcela de monastrell plantada directamente sin injertar en 1942 en la ladera orientada al sur. Firme, profundo, pero con notable textura y calidad de taninos, necesita botella para desarrollarse.