Cangas es una de las regiones vinícolas más desconocidas de España. Pese a la larga tradición vitícola de la zona asociada a la fundación de los primeros monasterios en Asturias, sus vinos han estado siempre muy lejos del consumidor y de la agenda de los críticos. La alarmante pérdida de viñedo no ha impedido que la recuperación de terruños y variedades olvidadas que caracteriza al siglo XXI tenga su propio capítulo en esta región de verdes y empinadas laderas donde, al igual que en Ribeira Sacra o Priorat, se practica una viticultura heroica. Con estas zonas comparte también la naturaleza pizarrosa de sus suelos.
Bodega Vidas es uno de los artífices de esta recuperación. Sus creadores, Beatriz Pérez y Pepe Flórez, vienen del mundo científico. Doctores en física y química respectivamente, tras vivir en Reino Unido y Murcia decidieron volver a su tierra, Cangas, para crear allí su familia. Sin una vinculación específica con el vino más allá de los recuerdos de infancia de ver elaboraciones en casa y un cierto gusto como consumidores, Pepe se encontró trabajando en el Ayuntamiento del municipio dentro de un proyecto de crear “ciencia en la ciudad” en cuyo marco organizó distintas charlas vinícolas con biólogos y químicos a la vez que dotaba de contenido al Museo del Vino.
Les picó el gusanillo lo suficiente para crear una pequeña bodega que se estrenó con 8.000 botellas en la cosecha 2012 a partir de uvas compradas a viticultores de la zona. Hoy además gestionan cuatro hectáreas de viñedo viejo de agricultores mayores que no quieren ver sus viñas abandonadas.
En la actualidad producen unas 30.000 botellas, la mayor parte repartidas entre sus dos vinos jóvenes de entrada de gama: Siete Vidas Albarín Blanco (unos 12 € en España) y un tinto de coupage de variedades autóctonas que se comercializa bajo la misma marca en el entorno de los 10 €. Por encima están los Cienmontañas que tienen como objetivo dar a conocer las diferentes variedades autóctonas de la zona: los tintos albarín negro, carrasquín y verdejo negro (la primera añada de éste es 2016) y un albarín blanco trabajado con lías en barricas. Los tintos fermentan en barricas abiertas con algo de raspón y en el caso del carrasquín (la variedad con más personalidad y estructura) lo hace en foudre. Los precios de los monovarietales se sitúan alrededor de los 19-20 €.
La bodega está abierta a las visitas. Los vinos se pueden adquirir en su página web.