Aunque la familia de Borja Pérez llevaba años en el oficio del vino en Canarias, fue en 2011 cuando tomó las riendas del negocio este treintañero tinerfeño, ex mecánico de coches de carreras y conductor de camión de bomberos. Ese año cambió el nombre de su proyecto a Ignios Orígenes y dio un giro de 180 grados no sólo al estilo de los vinos sino también a la forma de elaborarlos, desde la viña a la botella.
Para Borja, que trabajó con su padre y su tío desde 2007 tras finalizar estudios de Ingeniero Técnico Agrícola, Ignios Orígenes debía apoyarse en las características tan especiales del lugar en el que están: los suelos volcánicos de Tenerife, el clima atlántico y los vientos alisios y las variedades canarias como la blanca marmajuelo y las tintas listán negro, baboso negro o vijariego trabajadas con rendimientos que den calidad y no cantidad.
“Aunque en Tenerife tengamos historia no vale de mucho porque llevamos 20 años haciendo las cosas mal”, dice Borja, refiriéndose a que en los años noventa, en pleno boom de las ayudas de la UE y de las variedades “mejorantes”, se plantaron muchas hectáreas con uvas foráneas poco adecuadas a las condiciones de la isla y sin hacer estudios previos de los suelos. Afortunadamente, desde hace unos años hay una tendencia a recuperar variedad autóctonas pero la realidad es que queda poco viñedo viejo en la isla.
Con la marca Ignios Orígenes, su idea es hacer vinos limpios, fáciles de beber pero con recorrido, sin notas de madera “y sin complicaciones”, pero con carácter. Gran parte de ese trabajo comienza en la viña donde practica una viticultura sostenible utilizando la parte “más empírica” de la biodinámica. “No soy talibán”, explica Borja, que en 2017 viajó a Mendoza (Argentina) para trabajar y ampliar conocimientos en la vendimia con Familia Zuccardi. “Si la viña necesita un tratamiento, yo se lo doy. Y si puedo desbrozar con tractor, ¿por qué lo voy a hacer a mano?”.
Borja tiene 5,5 hectáreas en propiedad y trabaja con dos hectáreas más arrendadas a viticultores locales. Una es La Vizcondesa, una parcela con vistas al océano Atlántico de 1,5 hectáreas. Está a unos 450 metros sobre el nivel del mar, tiene suelos franco arcillosos y se plantó con baboso negro y marmajuelo en 1998. “La baboso es una variedad difícil de trabajar; es una planta muy vigorosa y necesita mucha poda en verde pero puede pasar de estar verde a sobremadura en cuestión de días. El mejor año en esta finca recogí 2.700 kg/Ha pero en 2011 solo nos dio 950 kg/Ha”, cuenta Borja.
De esta parcela, una de las más grandes de la zona (la mayoría rondan las 0,4-0,5 hectáreas), Borja obtiene las uvas para elaborar su Ignios Orígenes Baboso Negro (55 €, 1.300 botellas, con variaciones según añada), que fermenta parte con raspón y levaduras autóctonas y pasa 12 meses en barricas de roble francés. De La Vizcondesa también elabora su Marmajuelo Blanco (30 €, 2.100 botellas), una variedad que produce este vino fragante pero equilibrado con una buena acidez al que le viene bien la evolución en botella para integrar la madera.
La vinificación en su pequeña bodega de La Guancha, al norte de la isla, es similar para el trío de tintos que elabora bajo la marca Ignios Orígenes: levaduras autóctonas, vinificación por separado de todas sus parcelas en acero inoxidable, crianza en foudre o barrica y sulfuroso solo antes de embotellar. El hormigón de momento sólo lo utiliza para los blancos, aunque quiere introducirlo en breve también para los tintos.
En 2012 Borja comenzó a trabajar en Buenavista Norte, una finca con viñas en pie franco de unos 40 años de edad media y variedades como el listán negro y listán blanco. Con las tintas elabora su Ignios Orígenes Listán Negro (35 €, 1.500 botellas), la variedad preferida de Borja. “Si se mantienen rendimientos moderados de entre 3.500 o 4.000kg/Ha, la listán produce vinos seductores y muy expresivos”, explica. Él la trabaja con raspón, para equilibrar la poca acidez natural de esta uva, y consigue un vino profundo y complejo.
La gama Ignios Orígenes se cierra con el Vijariego Negro (45 €, 2.500 botellas) proveniente de Casa Canales, un viñedo joven plantado en suelo franco arenoso con cantos gruesos a 770 metros de altitud con vistas al Teide. La parte alta de esta finca tiene un pinar con zonas llanas; antes había aguacates, pero la idea de Borja es plantar más viña. “No hay mucho vijariego en la comarca”, explica Borja. “Es una variedad a la que le cuesta madurar y de rendimiento bajo; yo aquí consigo unos 1.000 kg/Ha”. Es un vino vertical y directo, con fruta fresca y crujiente y ese carácter volcánico tan característico de Tenerife.
En clave más asequible, Borja Pérez cuenta con la gama Artífice, que surge con la idea de conservar viñedos viejos de pequeños viticultores locales que hacen poca producción a los que les compra la uva. Su idea es mantener el proyecto con producciones que no superen las 30.000 botellas y precios en la franja de los 20 a 25 €. Cuenta con tres excelentes vinos: Artífice Listán Blanco (4.100 botellas), proveniente de una parcela expuesta al sol y que da un vino cítrico y con volumen; Artífice Tinto (4.000 botellas), una mezcla de listán, baboso y vijariego negro muy fácil de beber y Artífice Vidueños (2.800 botellas), un coupage de las variedades blancas marmajuelo (30%), gual (30%), albillo criollo (30%) y listán blanco (10%) vinificadas por separado y ensambladas en un foudre.
Tanto estas etiquetas como las de Ignios Orígenes, todas englobadas ahora bajo el nombre Borja Pérez Viticultor, están diseñadas por el hermano de Borja, que es diseñador gráfico.