Bordelés de nacimiento, Grégory Pérez trabajó en reconocidas bodegas de la zona como Château Grand-Puy-Lacoste y Château Cos d’Estournel antes de trasladarse, animado por distintos amigos, a España. Echó raíces en el Bierzo donde trabaja viñedos en Espanillo, un pequeñísimo núcleo de población en la montaña berciana dependiente del municipio de Arganza donde mandan los suelos de pizarra descompuesta con arcilla.
Es un espacio aislado donde la viticultura tenía un papel bastante residual y que descubrió gracias a su afición a las motos. Las uvas se destinaban al consumo personal de los paisanos o se vendían a la cooperativa, pero los precios bajos llevaron a arrancar muchas de las parcelas y a sustituirlas por pinos.
Gregory Pérez ha ido comprando pacientemente muchas de ellas e incluso replantando algunas de las que se convirtieron en bosque. Ahora mismo tiene 12 hectáreas, 5,5 de viña, y se ha convertido prácticamente en el único actor de la zona. Todas las viñas están situadas en pronunciadas laderas, la mayoría a más de 600 metros de altitud buscando orientación al mediodía y buena ventilación.
En los últimos años también ha evolucionado hacia plantaciones en espaldera que le permiten trabajar de manera más racional y apostando por podas largas para prevenir las heladas (en 2017 perdió toda la cosecha). Cuenta también con una segunda propiedad de nueve hectáreas en Arganza con siete hectáreas de godello y dos de mencía.
Elabora conforme a ocho principios básicos que desarrolla con mayor amplitud en su web: conocimiento del suelo, cuidado de la biodiversidad, variedades autóctonas, tratamientos no agresivos, rechazo a los herbicidas, bajos rendimientos, selección en viña y maduración y vinificación tradicional. Con el tiempo en los tintos ha ido añadiendo pequeños porcentajes de garnacha tintorera y habitualmente utiliza una parte de racimos enteros. En elaboración trabaja con distintos recipientes para fermentación y crianza: acero inoxidable, tinos de madera, foudres y barricas. También fue de los primeros en utilizar tinajas en Bierzo. En la actualidad es el hombre de la familia García (Mauro) en la zona. Les ayuda en la elaboración de su Valeyo y les ha dado entrada en el capital de su bodega.
La bodega está situada en San Juan de Carracedo. La gama, que arrancó inicialmente con el tinto y el blanco Mengoba, se ha ampliado notablemente. Actualmente dominan los blancos: son 60.0000 botellas frente a 40.000 de tinto.
Para la marca de entrada de gama Brezo, que elabora en versión tinta (mencía y un poco de alicante bouschet, 37.000 botellas, 9,5 €) y blanca (godello con 10% de dona blanca, 40.000 botellas, 10 €), compra uvas en distintos municipios. Ambos vinos ofrecen una excelente relación calidad-precio.
Los Mengoba incluyen un godello sobre lías (5.000 botellas, 18 €) que pasa 12 meses en foudre y dos tintos marcados por suelos de pizarra y altitudes de 700 metros o superiores: Mengoba Mencía Alicante Bouschet (18 €, 13.000 botellas) y Mengoba Mencía de Espanillo (3.000 botellas, 25€). Mengoba La Vigne de El Rebolón (unos 43 €, 1.200 botellas) viene de dos parcelas situadas a 750 metros y envejece en barricas de 600 litros durante 12-13 meses. Todas las variedades (mencía, alicante bouschet o garnacha tintorera y godello) se vinifican juntas y con raspón pero es el vino más elegante y aéreo de todos.
En tintos destaca también su Mengoba Estaladiña (40 €, menos de 1.000 botellas), una de las variedades recientemente recuperadas en la zona para la que asegura haber encontrado el recipiente perfecto al envejecer en huevo de hormigón.
Más recientes son las experiencias blancas de Mengoba Tinajas (43 €, 800 botellas), un sorprendente godello naranja de la viña de Ardanza criado en ánfora, y Mengoba Las Botas (42 €, 1.100 botellas) que se une al universo de locos que “miran al sur” para criar el vino en barricas que han contenido jerez. Su blanco más alto de gama es el godello La Grande Cuvée (72 €, menos de 1.000 botellas) para el que utiliza cepas de godello de más de 70 años dispersas por sus viñas viejas de Espanillo y que cría durante cuatro años en barrica de 600 litros.
Un elemento característico de sus vinos es la apuesta por tapones de polímero reciclables, idénticos a los que utiliza Domaine Ponsot en Borgoña.