Las garnachas aragonesas han subido muchos enteros en los últimos años gracias al trabajo de personas como Fernando Mora MW quien, junto con su socios, el enólogo Mario López han dado un salto de gigante en un espacio de tiempo sorprendentemente corto.
La progresión es comparable a la meteórica trayectoria de Mora en el mundo de vino. Este ingeniero dedicado a la industria eólica empezó elaborando vino en su propia casa con un kit doméstico de esos que anuncian por Internet y controlando la temperatura con hielo que colocaba en su bañera. En 2013 dejó su trabajo para centrarse en el vino, en 2015 obtuvo el Diploma WSET y solo dos años más tarde se convirtió en Master of Wine.
Las primeras elaboraciones “profesionales” (el primer Frontonio es de la cosecha 2010) tuvieron como escenario la pequeña bodega familiar de Mario López en Épila (Zaragoza), situada tras la tienda donde su madre todavía vende vino a granel. El proyecto toma el nombre de San Frontonio, el patrón del municipio, del que se dice que fue decapitado por los romanos, pero cuya cabeza arrojada al Ebro fue hallada río arriba a contracorriente. A ellos les gusta especialmente el concepto de ir a contracorriente.
En 2019 trasladaron la producción de los vinos de gama alta a Alpartir, tras el descubrimiento del gran potencial de este municipio y sus viñas viejas cultivadas en las faldas de la Sierra de Algairén, en la confluencia de las regiones vitícolas de Valdejalón y Cariñena.
En menos de 10 años se han hecho con 65 hectáreas de viñedos tradicionales de secano en vaso que completarán la certificación ecológica en 2023. La mayor parte están situados en el municipio de Alpartir y en distintas localidades de la IGP Valdejalón en altitudes que van de los 300 a los 1.030 metros. Los viñedos en zona de sierra son los favoritos del equipo. “Las mejores uvas en cata son las de cepas viejas en viñedos aislados rodeados de bosque”, señala el Master of Wine.
El estilo de los vinos ha ido evolucionando hacia perfiles más frescos y livianos. Han acabado inspirándose en las elaboraciones tradicionales con raspón con largos encubados y prensados después de Navidad. “La única diferencia es que vendimiamos antes. Pero es que una uva fresca sabe diferente y refleja mejor el sitio del que procede. Si esperamos, empieza a estandarizarse”, explica Mora.
La gama creció muy rápidamente para reordenarse a partir de la cosecha 2018 con la desaparición de un par de monovarietales que han enriquecido nuevas cuvées y el paso a botella borgoña. En la actualidad elaboran unas 150.000 botellas. De ellas, unas 80.000 corresponden a los Botijo Rojo, garnachas en versión blanca y tinta que se comercializan, en el entorno de los 10 € en España y que reúnen uvas de distintos puntos de la región. Las uvas del antiguo Botijo Rojo Viñas Viejas se destinan ahora al tinto básico para reforzar su calidad.
El research paper de Fernando Mora para el Master of Wine fue una propuesta de clasificación para la DO Campo de Borja que incluía tres estadios de calidad con los conceptos de vino, viñas y viejas que él ahora aplica a sus vinos. Si la gama de Botijo Rojo es un concepto de vino regional, la línea de Frontonio arranca con dos 1V (vino de municipio) en el entorno de los 12 € y bajo la marca Microscópico: una garnacha tinta y un blanco de macabeo.
El siguiente escalón (V2) es un premier cru o vino de viña clasificada y se distingue con una gran “X” de fondo en la etiqueta. Desaparece el Telescópico blanco, cuyas uvas se destinan a mejorar el Microscópico blanco y también el monovarietal de mazuela (cariñena) que ahora alimenta una única cuvée de Telescópico (18 €, 14.000 botellas) que combina garnacha tinta, garnacha peluda y mazuela. La gama V2 se completa con la garnacha de viñedos de altura Supersónico (18 €, 6.000 botellas) y el nuevo Psicodélico (30 €), que nació como una experiencia de vino de sed a partir de variedades minoritarias dentro del club que la bodega creó durante la pandemia y que se ha transformado en un vino más serio criado en madera y tinaja. Con un 65% de uva blanca, la original combinación incluye cribatinaja, garnacha, provechón y robal y está fuera de la IGP Valdejalón.
La gama más alta (V3) se corresponde con los grand crus o garnachas de pago de producciones muy reducidas y precios en el entorno de los 42 € en España. Las botellas se distinguen por sus etiquetas de color crema y el uso de lacre en lugar de cápsulas. También se indica el nombre del viñedo en la etiqueta. Hay una garnacha blanca de gran profundidad y acidez (paraje Las Lomas y los Santos); la garnacha tinta de pureza cristalina que sale del viñedo La Cerqueta sobre pizarras grises y azules a 630 metros de altitud; y Las Alas de Frontonio Paraje La Tejera de pizarras y cuarcitas a 640 metros de altitud.
En 2019 salió al mercado El Jardín de las Iguales, el proyecto más ambicioso del trío elaborado a partir de una paraje de Alpartir situado por encima de los 700 metros y con orientación noreste que sirven muy bien a su propósito de elaborar garnachas cada vez más frescas.
La gran joya del lugar es un viñedo de macabeo que han datado en 1890 y unas parcelas viejas de garnacha junto a las que se han plantado cinco hectáreas. Bajo la marca de El Jardín de las Iguales se comercializa un blanco de gran profundidad elaborado con el viejo viñedo de macabeo (solo 900 botellas) y una garnacha perfumada y vibrante (1.300 botellas) con precios récord hasta la fecha en Aragón (alrededor de 175 € el blanco y unos 198 € el tinto) y sin indicativo de origen.
Desde la cosecha 2015 cuentan con un segundo proyecto denominado Cuevas de Arom. Se inició en Campo de Borja, pero en la cosecha 2020 se trasladó a Calatayud en busca de la frescura de viñedos de montaña situados a gran altitud.