Bodegas Rodero es una de las clásicas de la zona de Ribera del Duero cuyo dueño, Carmelo Rodero, supo dar el paso de viticultor a elaborador con éxito en los años noventa. Situada en Pedrosa de Duero y con unas 120 hectáreas de viñedo propio, fundamentalmente de tinto fino (tempranillo), cabernet sauvignon y merlot, también experimenta con variedades como syrah y petit verdot. Hoy en día, la quinta generación de viticultores, las hijas de Carmelo Rodero, Beatriz y María, están al frente de la bodega junto a su padre.
En los viñedos de Carmelo Rodero, situados entre 750-850 metros de altitud, el sistema de conducción en espaldera (60%) comienza a predominar frente al vaso (40%). Realizan una poda tardía y en cordón, obteniendo rendimientos de unos 4.000 kilos por hectárea y sólo efectúan el deshojado por una sola cara, la de poniente, para evitar una insolación excesiva de los racimos.
La nave de fermentación responde a un diseño del propio Carmelo Rodero. Llama la atención la colocación de los depósitos sobre una plataforma giratoria que les lleva directamente bajo la cinta de selección, de modo que todo el trabajo se realiza por gravedad y facilita la extracción mediante un sistema de délestage a base de ovis (grandes recipientes de acero inoxidable). Cada parcela y variedad, además, se vinifica por separado.
La familia Rodero elabora con este sistema unas 550.000 botellas anuales repartidas en media docena de referencias. Uno de sus vinos más conocidos y el primero en granjearle un público fiel en los primeros tiempos de la bodega es el tempranillo joven (7,5 € y 93.500 botellas), tradicionalmente considerado entre los mejores de su categoría en la zona. Hoy, sin embargo se elaboran más botellas del Carmelo Rodero 9 Meses (9,5 €) y del Crianza (16,5 €), que incorpora un 10% de cabernet en la mezcla; el mismo coupage que tiene el Reserva (26 €, 44.000 botellas, 15 meses en roble francés y seis en americano) procedente de viñedos de más de 30 años. Los tops que provienen de los viñedos más viejos son el tempranillo Pago de Valtarreña (37 €, 24 meses de crianza) y el TSM (52 €, 18 meses de crianza), que se corresponde con las iniciales de tinto fino (75%), cabernet (10%) y merlot (15%). Sus vinos se caracterizan por su alta intensidad y calidad de fruta, la mayoría de las veces contrarrestando bien el peso de la madera, y con buen equilibrio.
La última apuesta ha sido reforzar su oferta enoturística mediante una ampliación que incluye distintas sala de catas y espacios, un área de exposición de los vinos y un restaurante.