Roberto Oliván es uno de los elaboradores más interesantes dentro de la nueva generación de productores riojanos. Trabaja con casi 10 hectáreas de viñedos familiares y otros nuevos que va adquiriendo poco a poco en Viñaspre, una pedanía de Lanciego (Rioja Alavesa) situada en el extremo oriental de la Sonsierra con unas características muy definidas: gran altitud (620 metros) y mayoría de viñedos ubicados en replanos o formaciones llanas en lo alto de la montaña con característicos suelos de margas calizas y areniscas que otorgan una personalidad propia a sus vinos.
Su marca más representativa es Tentenublo, procedente de suelos de margas areniscas rojizas. El nombre se refiere al antiguo repique de campanas con el que se ahuyentaban las nubes de granizo en los pueblos de Rioja. Roberto, de 33 años, elabora un tinto fresco, vivaz y de buen recorrido y mineralidad (unas 8.000 botellas, 14-15 €) y un blanco aún más escaso (poco más de 1.300 botellas, 14-15 €) con unos pocos meses de barrica y base de malvasía con viura y alguna otra variedad mezclada en las cabezadas de sus viñas viejas.
El segundo de los que él denominaba "vinos de aldea" y que ahora llevan el acrónimo VLAV (Vinos Libres de la Aldea de Viñaspre) es Xérico (21.800 botellas, 15 €), un homenaje a todos los cosecheros que trabajaban las viñas como su abuelo, cuya imagen aparecía en la etiqueta de la primera añada y que en las nuevas añadas homenajea a otros familiares. Como todos los vinos de Roberto, incluye otras variedades en el ensamblaje (en este caso viura) y procede de suelos de margas calizas.
La línea Escondite del Ardacho (en honor a un tipo de lagarto local que se personifica en la etiqueta y con precios por encima de los 30 €) se centra en parcelas concretas de material vegetal antiguo y suelos de marga caliza, con producciones minúsculas que en ocasiones no superan las 1.000 botellas. Hay dos garnachas que no hacen maloláctica: la jugosísima El Abundillano (unas 1.300 botellas, parcela de menos de una hectárea con un 9% de tempranillo y algo de malvasía) y la muy larga y elegante Las Paredes (sólo 0,37 ha. y también con algo de tempranillo). Las Guillermas es el tercer vino de esta gama y se nutre de dos parcelas colindantes, una de tempranillo y otra de viura, que representa hasta un 40%, y que dan lugar a un tinto especialmente original y marcado por una notable acidez que requiere desarrollo en botella.
El último Ardacho en llegar es Veriquete (1.900 botellas) que nace en una parcela de margas areniscas de 0,41ha en Viñaspre con viñas de entre 50 y 110 años de edad. Es un ensamblaje de tempranillo (80%), garnacha (10%) y variedades blancas (10%) con uvas despalilladas y criado en barricas de 500 litros durante nueve meses. El vino resultante de la primera añada (2015) es fresco, sutil y con un buen perfil mineral.
Roberto quería centrarse en su proyecto de Rioja y por eso dejó de elaborar Údico, un original txakoli de Álava que fermentaba en barricas de castaño y que marcó un estilo. El tener algo más de tiempo le permitió dedicarse a las pequeñas viñas que va adquiriendo en los alrededores de Viñaspre -en total cuenta con 30 parcelas. Con ellas elabora sus vinos de cosechero, de pueblo y parcelario además de lo que él denomina el "I+D con caducidad de Tentenublo", producciones limitadas de vinos como Los Corrillos, con mezcla de suelos y variedades, de los que salieron un blanco (menos de 1.000 botellas, 35 €) con mezcla de variedades (jaen blanco, malvasía y viura) maceradas con pieles y Los Corrillos Tinto (300 botellas, 35 €) elaborado con tempranillo, garnacha y graciano de varias fincas fermentadas con raspón y criado en barrica de roble durante ocho meses.
También tiene a la venta Los Corrillos Rock Abo (menos de 500 botellas), que mezcla viura y tempranillo.