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Cuando se embarcó en esta aventura, Alberto Ruiz tenía claro que en el Guardaviñas debían estar presentes tanto el buen producto de temporada como una carta de vinos alternativa más allá de la docena de crianzas que son la norma en muchos restaurantes de la capital riojana.

Apenas han pasado dos meses desde la apertura del restaurante en el casco histórico de Logroño, pero parece que las cosas marchan por buen camino. A pesar de haber tenido que “prescindir” recientemente de Víctor Taboada “Tabo”, conocido chef riojano que estuvo en los inicios del proyecto y diseñó gran parte del menú, Alberto asegura que César y Patricia, la pareja que está ahora al frente de la cocina, tienen buenas ideas e ilusión con el proyecto.

Los platos de la carta son una fusión de recetas clásicas con toques innovadores y algún que otro guiño a la cocina tradicional inglesa (¡sí, existe!) como la anguila ahumada sobre coleslaw (16 €), una guarnición clásica que acompaña muy bien a platos grasos o el Sunday Roast de los domingos (25 €), un asado tradicional con panceta de cerdo —una receta de la mujer de Alberto, que es inglesa— que va acompañado de los sacramentos más puramente British: verduras, patatas y gravy, una salsa hecha con el jugo de la carne.

La casquería, tan de moda ahora, tiene bastante peso en la carta con propuestas como las croquetas con manitas de cerdo (4uds/6 €), el bacalao con morro de ternera ecológica a la vizcaína (15 €) o las mollejas a la brasa con mojo picón (11 €), pero también hay opciones para comensales menos carnívoros como el carpaccio de setas Eringy con germinados, queso rallado y un delicioso punto picante que aportan las alegrías riojanas (9 €), la lasagna de calabaza y Gorgonzola (10 €) o el tataki de atún rojo (15 €).

La carta de vinos es un pequeño oasis en una ciudad como Logroño, en la que se cuentan con los dedos de una mano los locales que conjugan un buen puñado de referencias internacionales y de pequeños productores de la zona. Entre sus 150 referencias hay una interesante lista de champagnes artesanos y botellas de zonas vinícolas diversas como Borgoña, Jura, Chile, Italia o incluso Georgia y Oregon. La oferta nacional es principalmente riojana, con vinos de pequeños elaboradores como Abel Mendoza, Sierra del Toloño, Juan Carlos Sancha o Benjamín Romeo, pero Alberto espera mejorarla en un futuro con la incorporación de jereces y otros estilos a medida que responda la clientela.

Esta oferta tan variada, que incluye una veintena de vinos por copas, surge porque Alberto, que residió cinco años en Londres, gestiona junto con su mujer La Cava de Pyrene, una distribuidora de vinos con sede central en la capital británica y que está especializada en pequeños productores con alma de las principales zonas vinícolas del mundo.

El local, intimista y de estética de bistrot, tiene una cocina parcialmente a la vista. Las mesas de madera prescinden del mantel pero cuentan con una buena vajilla y servilletas de tela suave y agradable, algo en desuso en muchos restaurantes pero que se agradece. Aunque la presentación de los platos es mejorable, hay otro par de pequeños detalles que completan este sabor más internacional y que dejan buen sabor de boca: una botella de agua gratuita en cada mesa y camareros que hablan inglés y saben de vino. Y.O.A.

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