Tras 10 años en la lista de los 50 Mejores Restaurantes del Mundo y tres estrellas Michelin, las credenciales gastronómicas de El Celler de Can Roca están plenamente documentadas, pero lo realmente especial es que haya sabido mantener la esencia de restaurante familiar y hospitalario a pesar de su rutilante caché. Con razón se ha convertido en un lugar de peregrinaje para foodies y locos del vino de todo el mundo.
Ese hito es obra de los hermanos Joan (cocina), Josep (sala y vino) y Jordi (postres), pero sin duda también de sus padres, que les trasladaron la pasión, el esfuerzo y la dedicación que requiere llevar un restaurante. En 1967 Montse y Josep abrieron Can Roca, una casa de comidas en una zona obrera de Girona —germen de El Celler— que hoy sigue en activo. Allí comenzaron a aprender y trabajar Joan y Josep, a los que se unió el joven Jordi después de que se trasladaran en 2007 a las instalaciones actuales de El Celler, a pocos metros de Can Roca. Es evidente que no han olvidado sus orígenes, plasmados en muchos de los platos y vinos de sus menús.
La combinación de las habilidades de los tres hermanos da lugar a un perfecto juego a tres bandas que culmina en el menú Degustación de Clásicos y especialmente en su Menú Festival, un placer gastronómico, sensorial y emotivo difícilmente igualable. El goteo de platos —todos sorprendentes, deliciosos y espectaculares— lo sirve un pequeño enjambre de camareros dirigido por Josep “Pitu” Roca, quien con su sensibilidad, sabiduría y humildad diseña un maridaje con vinos que se complementan a la perfección con los platos que elaboran sus dos hermanos en la cocina.
Pitu tiene tal capacidad para crear emoción a través del vino que consigue que la experiencia de comer en El Celler sea muchas veces inolvidable. A diferencia de lo que ocurre en otros restaurantes de este nivel, los maridajes se eligen no sólo en función de los platos, sino que también cuenta el gusto y preferencias de los comensales. De esta forma se puede ver desde un Goyo García Viadero de 1986 en una mesa de amantes de vinos poco convencionales a un clásico de Rioja o Ribera.
A Pitu le gustan los vinos antiguos por el "impacto emotivo" que dejan siempre. Guarda en su bodega más de 130 referencias de Rioja y del resto de España de añadas que se remontan a 1914, además de verticales de Cvne, Marqués de Riscal, Pomal y Marqués de Murrieta. Pero además de clásicos españoles, la carta de El Celler abarca todo tipo de vinos y regiones del mundo hasta superar las 3.000 referencias.
No es fácil conseguir mesa en El Celler. El plazo para reservar se abre con 11 meses de antelación y aunque hay lista de espera, las cancelaciones no suelen ser habituales. Tampoco es un restaurante para todos los bolsillos, pero si el presupuesto lo permite algún día, merece la pena disfrutar de esta experiencia sensorial única y especial para guardar siempre en la memoria. Y.O.A.