Han transcurrido casi 60 años desde la visita del escritor Ernest Hemingway al calado de Paternina en Ollauri, pero ni el paso del tiempo ni el cambio de propietarios han alterado esa sensación de solemnidad e historia que debió de percibir el autor de Fiesta al adentrarse en las cuevas subterráneas excavadas bajo el cerro Churrumendi de la villa riojana.
De aquella visita tan recordada queda alguna foto del escritor junto a su amigo, el torero Antonio Ordóñez, aunque la mayoría de los documentos gráficos se los llevó la familia Eguizábal tras vender el calado a Bodegas Muriel de Elciego (Álava) en 2014. Lo que permanece es la espectacular colección de 250.000 botellas, única en Rioja, que incluye vinos con casi un siglo de antigüedad como los blancos semidulces de Paternina de la añada de 1918 y tintos que abarcan prácticamente todas las décadas del siglo XX.
Es un patrimonio vinícola que los nuevos propietarios, Julián y su hijo Javier Murúa, pretenden cuidar y dar a conocer, pero huyendo de fórmulas masivas. “No queremos autobuses llenos de turistas; nuestra idea es que sean visitas restringidas y siempre con reserva,” explica Javier. Todavía no tienen definidos los detalles, pero calculan que el coste de la visita y cata —que podrá incluir vinos antiguos— sea de unos 30 €.
El complejo de edificios que han adquirido necesita cuidados y es en lo que están ahora mismo ocupados los Murúa. La casona de piedra donde nació la marca Paternina en 1896 pasará a ser la zona de recepción de las visitas, con una sala diáfana para albergar catas, exposiciones y conferencias.
En el restaurante adyacente se sustituirán los manteles floridos y la loza que adornaba hasta ahora las mesas por un comedor nuevo —se baraja la asesoría de Venta Moncalvillo, el restaurante con una estrella Michelin regentado por los hermanos Echapresto en Daroca de Rioja— para acoger eventos y conectado con la zona de recepción de visitas.
Además del enfoque enoturístico de Bodegas Ollauri, la familia Murúa quiere recuperar la elaboración en estas instalaciones del famoso Conde de los Andes, la marca que en su día popularizó Paternina, y posicionarla como vino de calidad. Comenzarán con un vino elaborado con uvas de la zona de Ollauri en el que buscan un estilo actual, fresco y con poca extracción.
La primera añada, de la que hay 35.000 botellas, saldrá al mercado en octubre de 2015 y llevará etiqueta genérica. Se ha vinificado en las instalaciones de Muriel en Elciego pero Javier Murúa confía en que esta próxima cosecha se elabore en Ollauri, donde las obras van a buen ritmo en el edificio contiguo a la casona. Se trata de una construcción antigua de piedra y madera que albergó durante un tiempo una taberna y que pasará a ser parte de la zona de crianza, en la que prevén instalar tinas de madera para la fermentación maloláctica, y que estará conectada con la bodega de elaboración que se va a construir en un solar que hay frente a ambas casas.
Bajo estos edificios descansa en la oscuridad la impresionante colección de botellas. Los años quizás hayan hecho mella en la calidad de algunos de estos vinos pero su conservación ha sido envidiable, siempre a temperatura estable en ese laberinto de túneles que comienzan bajo el empedrado de este pequeño pueblo y se adentran en el cerro Churrumendi, en la montaña riojana.
Era una práctica habitual en la zona la de excavar bodegas en cerros y colinas, pero aquí los antiguos aprovecharon muy bien el desnivel que existe entre la zona habitada y el monte, hoy cortado por el paso de la autopista.
Situados a una profundidad de entre 18 y 40 metros, los 600 metros de calados más antiguos fueron excavados a pico y datan de finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Los construyeron unos canteros gallegos, a los que Paternina homenajeó con su bandera en las etiquetas del vino Banda Azul, que todavía conserva, aunque con una imagen renovada.
Los calados de la actual Bodegas Ollauri, restaurados en 2005 respetando el diseño original, se prolongan por pasillos y cuevas unidas entre sí en un laberinto donde descansan tinas antiguas, jaulones con vinos más actuales y botellas históricas. Una vez que el inventario esté terminado, Julián, Javier y su equipo abrirán en otoño las puertas de este lugar único, con un patrimonio que recorre la historia de Rioja y sus añadas.