Nació como una nueva gama de vinos dentro de Bodegas Luis Cañas pero acabó teniendo una razón social e instalaciones propias a partir de 2009 dentro del complejo de elaboración de Luis Cañas y más tarde una bodega independiente en la cercana localidad de Samaniego.
Crear una nueva bodega dentro de otra bodega ha sido una de las fórmulas empleadas por los elaboradores riojanos para dar rienda suelta a sus aires de modernidad. En el caso de Luis Cañas, sin embargo, el punto de partida tiene más que ver con un trabajo tremendamente detallado en el viñedo que ha establecido una relación directa entre parcelas y edad de viñas con cada uno de los vinos que salen de sus instalaciones.
A Bodegas Amaren, cuyo nombre es un homenaje a la matriarca de la familia (amaren quiere decir “de la madre” en euskera, y aquí estamos en pleno corazón de Rioja Alavesa y, por tanto, en la parte de la denominación que se inscribe en el País Vasco), se le han adscrito algunas de las viñas más viejas de la familia. En concreto, 22 hectáreas de más de 60 años y 30 de entre 30 y 60 años. En la mayoría de los casos se trata de pequeñas parcelas plantadas en vaso y de extensión inferior a una hectárea, situadas en laderas y terrazas, y casi siempre en suelos de composición arcillo-calcárea.
Estos viñedos se traducen en un blanco fermentado en barrica (viura con algo de malvasía, menos de 15.000 botellas y unos 13 €) y tres tintos. Ángeles de Amaren (17 €, unas 50.000 botellas) lleva el nombre de la madre del actual gestor Juan Luis Cañas y es un coupage de tempranillo con en torno al 15% de graciano, ambos procedentes de viñas de más de 40 años; Amaren Graciano (30 €, menos de 5.000 botellas) es uno de los gracianos mejor madurados de Rioja teniendo en cuenta la dificultad de elaborar esta uva por separado, y procede de cepas de más de 60 años; Amaren Tempranillo (30 €, algo más de 40.000 botellas) es la estrella de la gama y, sin duda, el tinto más consolidado de la bodega, procedente de viñedos de más de 60 años
En la nueva bodega las fermentaciones se realizan en depósitos de cemento o tinas de madera, y las malolácticas en barrica. Para la crianza se combina roble francés y americano al 50% en el caso de Ángeles de Amaren, mientras que el Graciano y el Tempranillo se crían totalmente en roble francés.